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Javier Torres 'Bombita' | Novillero sin picadores
Javier Torres Bombita nació con cara de torero. Una sonrisa franca, valiente, segura, es su mejor tarjeta de presentación. Heredero de una dinastia de toreros sevillanos formada por los hermanos Emilio, Ricardo y Manuel Torres Reina, que brillaron en los inicios del siglo pasado, Javier está completando su mejor temporada como novillero. Capaz de cortar una oreja en cada una de sus dos presencias en la Maestranza o de quedar en segunda posición en el XXXVIII Ciclo de Promoción de nuevos valores de la torería, Bombita llega hoy a El Puerto de Santa María. La pasada semana habló con este diario y relató sus sensaciones en un año inolvidable.
Pregunta.–¿Cómo está resultando la temporada?
Respuesta.–Está siendo muy bonita, estoy pisando plazas con una importancia tremenda. Empecé alcanzando la final en el certamen el Zapato de Plata de Arnedo, que es uno de los más importantes a nivel de novilleros sin picadores, que es mi escalafón, y en mi paso por el ciclo de novilleros de Canal Sur también dejé buen sabor de boca, creo que tengo opciones de pasar a semifinales. Y julio está siendo de ensueño, porque torear dos tardes en Sevilla, cortar una oreja en cada una, que no es fácil en una plaza tan complicada, y ahora la semana que viene pisar El Puerto o Huelva, para abrir la Feria Colombina, es maravilloso. Si me hubieran dejado pedir un deseo a principio de temporada me hubiera quedado corto para todo lo que estoy recibiendo.
P.–Está consiguiendo muchos logros para sus 21 años. ¿Cómo lo está digiriendo?
R.–Soy muy nuevo en esto, por eso no quiero tener prisas ninguna. Las prisas, como me dijeron una vez, para los malos toreros y para los ladrones.
P.–Pero lo del toreo le viene de casta.
R.–Exactamente. Pertenezco a la dinastía de los Bombitas, que empezaron los tres hermanos de Tomares, Emilio, Ricardo y Manuel. Yo vengo de la rama de Manuel, pero el que fue figura del toreo y el que escribió páginas doradas en la historia de la tauromaquia fue Ricardo.
P.–A usted ¿le tiraba el mundo del toro desde niño?
R.–Yo desde chico lo que siempre tenía en las manos era un capotito y una muleta, que al final me lo regalaba mi abuela o mi madre. Cuando eres tan chico no eres consciente de nada, es solo jugar al toro de toda la vida. Luego hubo una época que me retiré pero con 12 años mi padre me llevó a la ganadería de unos amigos suyos, Soto de la Fuente, y me puse por primera vez delante de una becerra, y desde ahí el veneno entró en mí y gracias a Dios todavía no se ha ido.
P.–¿Cómo alguien tan joven es capaz de ponerse delante de un toro, un animal con ese poderío, y mirarlo a la cara?
R.–Pues porque no lo piensas. Si pensaras en que te tienes que poner delante, no lo harías, es imposible. Yo creo que cada torero entra en una burbuja, y a la hora de torear se evade totalmente de la realidad. Lo único que hace es su papel. Al final el torero es como un actor, tiene que dar un espectáculo y, pase lo que pase, tiene que procurar que el público disfrute. Si muchos pensáramos dónde nos ponemos, no lo haríamos. Por eso algunas personas dicen que estamos locos, aunque no lo veo así. De lo que se trata es de tener un nivel de concentración muy alto.
P.–Aparte de su carrera como novillero, como aspirante a llegar a ser matador de toros algún día, ¿también estudia?
R.–También. Estudio dos carreras: Derecho y Finanzas y Contabilidad en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Ahora como es verano y he sacado bien el curso no me tengo que preocupar por ningún libro. El único papel donde yo escribo es para firmar una novillada.
P.–¿De dónde saca tiempo para llevarlo todo adelante?
R.–Se trata de organizarse. Porque duermo lo que tengo que dormir. Mira, hay una frase que me dice mucho mi maestro, Víctor Puerto, matador de toros, que dice que el día tiene 24 horas. Si te pegas durmiendo 12, pues se te van ahí muchas horas a lo largo del día. Pero si te acuestas a la hora que te tienes que acostar y te levantas a la que te tienes que levantar, te da tiempo a meter todas las cosas en el coche, mochila para la universidad, comida por si hay que comer por el camino, ropa de entrenamiento para ejercitarte, y eres capaz de aprovechar 100% el día. Lo que yo intento buscar siempre es la excelencia. Sacar lo mejor que tengo y centrarme en lo que hago al máximo. Si hay que estudiar, a estudiar, y si tengo que entrenar, no pienso en otra cosa. Ya no solo para ser torero, sino para ser un tío en el que se pueda confiar para lo que sea tienes que estar centrado, porque es que a día de hoy el mundo va muy rápido, la gente es muy lista, hay gente muy preparada para todo y no te puedes quedar atrás.
P.–¿Hay algún referente que tenga muy presente?
R.–Mi máximo referente a día de hoy, ya no solo en lo profesional, que también, sino en lo personal por todo lo que me está enseñando, como ya te he dicho antes es mi maestro Víctor Puerto. Es una persona que lo que él te explica, te lo explica con una sapiencia enorme. Sabe lo que es pasar por un momento o por otro a lo largo de una faena, de una temporada, nunca te va a contar algo que él no haya vivido o te va a intentar meter a ti en la cabeza algo que él no fuese capaz de hacer. Es súper coherente con la realidad y me está enseñando a día de hoy todo lo que sé. Y luego, pues de forma profesional, cómo no, admiro al maestro Morante de la Puebla, a Pablo Aguado o Diego Urbiales por el tipo de toreo que me gusta.
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