Semana Santa en San Fernando | Martes Santo

El Huerto brilla con todo su esplendor

  • La emblemática cofradía de La Pastora luce en su recorrido penitencial arropada por un importante número de devotos que lo acompañan hasta su recogida

Salida de la hermandad de El Huerto. / ROMÁN RÍOS

El Huerto suena a calle Ancha, el Huerto suena a Pastora, el Huerto suena a devoción, fe y cofradía. La segunda hermandad que en la Semana Santa sale del carismático y querido barrio pastoreño congrega al mayor número de hermanos en sus filas y de un colorido verde y blanco en una ciudad que lo espera con devoción, respeto y cariño.

Fue otra tarde y otra noche donde los hortelanos disfrutaron de lo lindo porque su hermandad lució como ella solo sabe, porque las calles de La Isla recibieron a la cofradía con el amor que se le tiene. La coral Logar de la Puente acompañó al paso del misterio y al de María Santísima de Gracia y Esperanza Coronada hasta la misma puerta de salida.

El paso de la Oración del Huerto, con el esplendor que le caracteriza, iba adornado con un monte de lirios morados y una base de ruscus y el de ella llevaba un friso de rosas de aquito al igual que en las jarras de tonalidad blanca. Todo esto no hacía más que resaltar la belleza de una Virgen con una tremenda devoción.

Ya en su salida se dejó de notar el fervor que el barrio siente por esta cofradía con la afluencia de público en la puerta de La Pastora. El cortejo también iba acompañado en su pasar por Capitanía, con el habitual homenaje que la hermandad rinde al monumento del Beato Cardenal Espínola allí ubicado.

Tras su paso por Carrera Oficial cuando el sol se acostaba y entraba una noche en la que las temperaturas bajaron considerablemente, el cortejo penitencial se refugió en su gente, en su barrio, en su calle Ancha.

Fue en ese lugar donde el Huerto sonó a Huerto, donde la devoción dio paso a la pasión, donde los cargadores de la JCC ofrecieron el resto para mostrar a toda La Isla a una hermandad que tiene una tremenda tradición en la ciudad.

Por su barrio no faltó su marcha, por su barrio no faltaron las saetas, por su barrio no faltaron las lágrimas de la devoción y del amor que este le tiene a su Huerto y a su Gracia y Esperanza que, cuando el día no había expirado, se recogían en su templo a la espera de un nuevo año para mostrarse a La Isla.

Ha sido la culminación de unas efemérides, esas que han celebrado los 75 años de existencia. Un año que será difícil de olvidar por todo lo acontecido entorno a una hermandad que sigue, y no se cansa, de crecer.

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