Diario Cofrade

San Fernando regresa a su Miércoles Santo de siempre

  • La Isla recupera una tarde que no disfrutaba desde 2018 tras dos agitados días marcados por la incertidumbre de la lluvia

  • La jornada ha ido de la bulliciosa salida de la hermandad del Gran Poder en la Bazán al voto de silencio de los hermanos de la Vera Cruz y de los Servitas 

Cuerpo de acólitos de la hermandad de la Vera Cruz, a su salida del Cristo Viejo.

Cuerpo de acólitos de la hermandad de la Vera Cruz, a su salida del Cristo Viejo. / Juan Antonio Sánchez Bernal (San Fernando)

La calma que dan las tardes soleadas y sin riesgos meteorológicos ha devuelto la normalidad a la Semana Santa de la 'normalidad' tras dos días con las cofradías en vilo a causa de la temida lluvia. Desde luego, el Miércoles Santo –jornada que en 2019 se malogró por completo por el mal tiempo– se merecía disfrutar de una tarde tan espléndida, la mejor que hasta ahora ha tenido la Semana Santa isleña.

Porque sí, había que remontarse a la primavera de 2018 para recordar la última vez que la barriada Bazán se echó a la calle para acompañar a su cofradía en ese momento único, tan vívido y tan lleno de color, que es la salida del Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Así que imagínense las ganas que había por allí en este Miércoles Santo... Eso sí que ha sido un reencuentro en toda regla.

El Gran Poder ha sido de nuevo este Miércoles Santo el nazareno blanco de la Bazán –ese que tanto gusta recordar a sus vecinos– y el Miércoles Santo ha sido de esos que comienza con sol, calor y mucha mucha gente en torno a la parroquia de la Sagrada Familia.

La salida de la cofradía ha recuperado para la Semana Santa isleña una de esas escenas tan especiales y tremendamente cofrades de la jornada al hacerse tangible el entusiasmo de todo un barrio volcado con su cofradía en la calle. Pocos momentos tan verdaderamente cofrades hay como esos. El tremendo aplauso con el que ha sido recibida la cruz de guía dorada a las cinco de la tarde por la multitud que llenaba la plaza, los sones de la agrupación musical que han empujado muy poquito a poco al Cristo hasta la puerta de la iglesia o la marcha Macarena sonando detrás del Amor a medida que su cuadrilla abría el compás y dejaba atrás el templo han sido el mejor comienzo de esta prometedora jornada que para nada ha defraudado en su regreso a La Isla, al que el Gran Poder, además, ha acudido con un nuevo recorrido que le ha conducido a la ida también por el puente que lleva su nombre.

Además, tras dos días marcados por la lluvia, La Isla ha tenido la ocasión de disfrutar plácidamente de sus cofradías en una tarde que ha estado muy lejos de las tensiones del Lunes y del Martes Santo y en la que sus hermandades han ido cumpliendo con lo suyo sin sobresaltos.

Y a San Fernando, claro está, las campanas del Cristo Viejo le han sonado a gloria pura cuando han vuelto a repicar a media tarde del Miércoles Santo para arropar al Cristo de la Vera Cruz, esa hermandad que tiene la virtud de conjugar las sobriedad del negro con un ADN marcadamente isleño.

"Mantengamos viva las tradiciones de esta hermandad y sintámonos orgullosos de ella", pedía la junta de gobierno a los hermanos antes de cumplir con otra costumbre de esta tarde y de la Vera Cruz: el voto de silencio: que ninguna palabra salga de mi boca salvo para ofrecer las preces de rigor que mandan nuestras santas reglas... Y la verdad es que han sobrado todas las palabras en la salida de una hermandad que cada Miércoles Santo se torna más exquisita en los detalles propios del cortejo de una hermandad de negro y de una hermandad también señera de La Isla.

La primera levantá dentro de la capilla corrió a cargo del párroco del Cristo y director espiritual de la hermandad, Rafael Pinto, que previamente ha querido dirigirse a la cuadrilla de cargadores de la JCC que se encarga de portar el paso.

Salvada la siempre complicada maniobra del paso para salir de la capilla y sortear la estrechez de su puerta, la hermandad ha dejado atrás el Cristo Viejo buscando ese referente de su recorrido que es la Iglesia Mayor Parroquial, donde toda la cofradía –y he aquí otra gran tradición de este Miércoles isleño– realiza la estación de penitencia antes de entrar en la Carrera Oficial y de emprender el regreso hacia su barrio antiguo y su capilla vieja. Es el momento, además, que marca el comienzo de la noche.

Pero al mismo tiempo en el que la cruz de guía de Vera Cruz se ponía en camino, en Carrera Oficial hacía su entrada directamente tras salir de la Iglesia Mayor Parroquial la Orden Seglar de los Siervos de María (Servitas) con el crucificado del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, portado en brazos de sus hermanos, como punta de lanza abriendo ese otro silente cortejo en el que solo se escuchaba la campana del muñidor.

Aunque hay que reconocer que la otra cara de ese Miércoles Santo de la sobriedad que bien saben mostrar sus hermandades de negro, no está ni mucho menos reñida con la delicadeza que ha envuelto al templete de la Virgen de los Dolores en el que sin duda es uno de los momentos más bellos de esta jornada de la Semana Santa isleña: esos breves minutos en el que ese paso único va dejando atrás la Iglesia Mayor a la luz de la tarde.

La tarde, además, ha dejado patente las ganas de cofradías que sigue teniendo La Isla –después de dos años de pandemia y también de dos jornadas sacudidas por la lluvia– al congregar en torno a sus tres hermandades a un público bastante numeroso: desde la multitudinaria  bulliciosa salida del Gran Poder hasta ese momento en el que Vera Cruz atravesó el centro de La Isla. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios