La Venta de Vargas se vende por tres millones: la operación está en marcha
La próxima semana se espera firmar un preacuerdo
Un empresario isleño afincado en Madrid está dispuesto a hacerse con el negocio
Se vende una leyenda: la Venta de Vargas
La Venta de Vargas se vende. Se sabe desde principios de año, pero hay ya un comprador y los abogados de ambas partes están cerrando una operación en firme. Por el momento, no se conocen los detalles, pero se sabe que el interesado en hacerse con la propiedad del emblemático inmueble es un empresario isleño asentado en Madrid con negocios en el sector de la hostelería. Incluso que el precio asciende a la cifra redonda de tres millones de euros, lo que se aproxima bastante a la cantidad que inicialmente había planteado la familia Picardo, titular del establecimiento.
La operación -han puntualizado- no está cerrada todavía. Si todo marcha según lo esperado, la próxima semana se firmaría un precontrato, un acuerdo formal en el que se abonaría ya una señal por la compra de este mítico negocio isleño con más de cien años de historia. En todo caso, no se cree que se tarde mucho en formalizar definitivamente la compraventa. El asunto está en manos de los abogados de ambas partes.
Lo que sí ha precisado la familia Picardo es que la propuesta que hay sobre la mesa se aviene también a lo que se había planteado a la hora de vender la Venta de Vargas: que fuera alguien que siguiera con el negocio de hostelería y mantuviera sus señas de identidad: su gastronomía, sus raíces, su vinculación con el flamenco...
Fue en el pasado mes de enero cuando se conoció la decisión que habían tomado los propietarios del popular establecimiento, que lleva ya cuatro generaciones en manos de la familia Picardo y que para cualquier isleño supone todo un símbolo. Y no es que el local fuera mal, ni mucho menos. Simplemente, se había optado por vender porque no había una nueva generación dispuesta a tomar el relevo y continuar con el negocio.
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Como era de esperar, el anuncio de que la Venta de Vargas -dada su historia y todo lo que representaa- causó un gran impacto en la localidad y fuera de ella. Hasta el propio Ayuntamiento de San Fernando llegó a mostrarse interesado en hacerse con la propiedad para ampliar el Museo Camarón, que se emplaza justo al lado, en el caso de que no surgiera nigún comprador interesado en seguir con el negocio de hostelería, más o menos tal y como hoy se conoce, que es el deseo de los Picardo.
Y es que no hablamos de cualquier negocio de hostelería, que conste. Aquí se se sentaron los cánones con la receta de las tortillitas de camarones y el flamenco dio a luz al genio de José Monje. Y entre berzas gitanas, papas aliñás y raciones de bienmesabe ha pasado por la puerta más de un siglo de historia de La Isla.
La operación de compraventa no ha conseguido escapar en las últimas semanas de una oleada de rumores que atribuían incluso su adquisición a famosas personalidades de la música o el fútbol, extremo que los actuales propietarios han querido desmentir por completo para dejar claro que son solo eso, rumores que circulan por La Isla.
La historia de la Venta de Vargas, desde luego, da para mucho. Hasta para montar un musical que se estrenó en el Teatro de las Cortes en la pasada celebración del Día del Flamenco. Hace 104 años que comenzó la historia con Catalina Pérez, una gitana de Alcalá de los Gazules que vivía en Cádiz. Por entonces, en 1921, se llamaba la Venta Eritaña. Aunque el negocio no se asentó por completo hasta que su hijo, Juan Vargas, regresó de la guerra en 1937, donde había sido cocinero de Mora-Figueroa. Fue entonces cuando se le puso el nombre de Venta de Vargas.
María Jesús Picardo, con la que contraería matrimonio al cabo de varios años de relación, convertiría el establecimiento en el negocio próspero que llega hasta nuestros días y en el que puede decirse que nació la tortillita de camarones, "tal y como la conocemos hoy". Pero también los guisos, la berza gitana o el rabo de toro –recetas que Catalina se había traído de la Sierra y que no se estilaban en la Bahía– se hicieron tremendamente populares.
María, "una gran luchadora", siguió llevando las riendas de la Venta de Vargas tras el fallecimiento de su suegra (1972) y de su marido (1975). Y, al no tener descendencia, vendió el negocio a sus dos sobrinos, José y Lolo Picardo, antes de fallecer. Murió en 1986 pero en la Venta de Vargas no hay día en el que no se la recuerde. "Hoy, precisamente, es su cumpleaños", recordaba ayer Inma Picardo. Y de ahí, la historia de la Venta salta ya a la generación actual, la de los hijos de José y Lolo, a los que precisamente hace poco se les recordó con un emotivo homenaje.
El flamenco, pieza esencial en la historia de la Venta de Vargas, estuvo también presente desde el principio. Juan, de hecho, cantaba y era familia de cantaores. Y por lo que cuentan, lo hacía bastante bien. Así que el establecimiento isleño se convirtió en el escenario predilecto para el flamenco de cabales: "Se cantaba a cambio de una propina", explica Lolo Picardo. El negocio, de esta forma, se llenaba de flamencos cada madrugada, a ver qué tal se daba la noche. Entre ellos, ese niño gitano rubio al que llamaban Camarón. Esa circunstancia brindaba un ambiente que se ha convertido en una de las grandes leyendas que arropa a la Venta de Vargas.
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