San Fernando

El reto de innovar en tierra propia

  • Solcaisur propone una nueva explotación de salinas con el cultivo de microalgas para consumo humano Las concesiones actuales, a pesar de no estar muchas en uso, el principal escollo

No está siendo fácil para Solcaisur poner en práctica sus planes en San Fernando. La empresa del isleño Héctor Bouzo quiere afianzar su actividad en la ciudad pero se ha encontrado con obstáculos de mayor o menor dificultad relacionados con los espacios de trabajo: dónde realizar los proyectos de I+D que le encargan otras empresas y dónde desarrollar una línea de negocio nueva, el cultivo de microalgas para consumo humano. En el primer caso ya ha resuelto el dilema; en el segundo, sin embargo, sigue enfrascada en intentos, trámites y movimientos para conseguir explotar una de las salinas que existen en el término municipal. "De la mayoría son empresas de fuera las que tienen las concesiones administrativas, aunque estén sin uso. Es hora de que sea una empresa de aquí la que intente algo nuevo. Nadie le va a poner más ganas y más entusiasmo", comenta Bouzo que mantiene contactos con el Ayuntamiento al respecto.

Solcaisur cuenta con unas oficinas en Camposoto, sin embargo, ya ha adquirido dos naves en el polígono industrial Puente de Hierro donde se trasladará cuando acondicione la superficie, una parte para oficinas, otra para la construcción de los proyectos de ingeniería que hacen para otras compañías. "Los clientes son poco receptivos si estás en instalaciones de terceros. Prefieren que se trabaje en prototipos a puerta cerrada, que la documentación esté protegida, porque hablamos de muchas cuestiones que están sometidas a confidencialidad", explica este emprendedor de La Isla, que volvió a su tierra después de estudiar y trabajar fuera durante muchos años para poner la que es su primera empresa en solitario. Cinco personas -Francisco y David Bouzo, Emilio Gallego, Pedro Roncero y Antonio López- le acompañan, por el momento, en esta aventura.

Su primera intención era instalarse en Fadricas II, pero el retraso que esta superficie acumula ha llevado a esta empresa a ese otro espacio, que compartirá con la empresa textil El siglo, una empresa de reformas o una de aires acondicionados. La zona parece que empieza a tener actividad económica, más con los planes que se tiene con el Parque de la Historia y del Mar que se ubica enfrente. Allí irán empresas de industria digital. Pero, además, allí se encuentra un pequeño estero que completaba a las instalaciones del acuario -el cometido original del parque- y que Solcaisur quiere utilizar para probar el cultivo de microalgas. "Estamos tratando con el gobierno municipal esta posibilidad, a modo de planta piloto de la producción", apunta Héctor Bouzo.

Se trataría de un paso intermedio, una forma de validar los resultados que arrojan los informes que confirman la viabilidad de esta línea de negocio, su proyecto propio de I+D, que comenzaron a desarrollar hace unos años, alojados en instalaciones del Centro de Apoyo al Desarrollo Económico (Cade). "El nuestro es un caso raro porque no éramos una empresa que quisiera iniciar su actividad y necesitara un espacio para comenzar y trabajar para recibir un beneficio económicos. Necesitábamos un lugar donde montar y probar prototipos de un fotobiorreactor para la producción de la microalga. La nave del Cade fue nuestro laboratorio de pruebas", detalla.

También en esa ocasión existió la opción de ir a Puerto Real, pero la desecharon, como ahora han descartado otros espacios industriales de la provincia -como Jerez o El Puerto, incluso más económicos-. De la misma manera, que insisten en poner en marcha la producción de microalgas en una antigua salina de San Fernando. "Las microalgas tienen bastante futuro. Van saliendo cosas nuevas, relacionadas con las energías alternativas, como fuente de combustibles futuros, para reducir los gases de efecto invernadero, para depuración de aguas residuales, todo en fase experimental", cuenta Bouza. Su empresa se decantó por las de consumo humano, que se usa como condimento o complemento alimenticio. Las más conocidas a nivel mundial, donde sí hay mercado frente a la menor salida que tendría en España, son la chlorella y la espirulina. "No hay mercado pero sí unas condiciones óptimas para cultivar", apostilla. Solcaisur quiere hacerlo aquí en su tierra, donde el terreno es el adecuado. "Planteamos adecuar una salina en desuso o abandonada, que las hay porque las concesiones no son rentables. No la modificaríamos sino que la arreglaríamos", aclara ante posibles reservas medioambientales. Esto significaría explotar las antigua salinas, más allá de la producción de sal o de peces, con una ventaja respecto a este cultivo marino: "Nadie va a entrar a robarte microalgas".

El camino está lleno de obstáculos. Todas tienen concesiones administrativas, y aunque no están funcionando éstas se mantienen. Han intentado averiguar quiénes son propietarios y contactar con ellos. El Ayuntamiento, de hecho, se ha implicado en ello.

Mientras siguen luchando para hacer realidad esta idea, continúa con los proyectos encargados por otras empresas. Hace unas semanas se inauguró en La Rinconada (Sevilla) el centro de investigación multicultivo que han diseñado y construido para la empresa Dupont Pioneer. En una primera fase hicieron los invernaderos, que ya funcionaban desde verano del año pasado. "Anexos a los invernaderos están los laboratorios para estudiar enfermedades y parásitos del girasol y el rescate de embriones. Es una manera de adelantarse a la naturaleza", señala. En invernadero, de hecho, se dan cinco ciclos de cultivo del girasol, cuando lo habitual es cultivarlo una vez al año. Oficinas y almacenes completan la superficie de 10.000 metros cuadrados diseñadas por esta empresa isleña, que compitió para lograr su adjudicación con una empresa francesa. Ahora también pelean por hacerse con el contrato para crear una planta de biometanización en Jerez.

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