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Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
El pasado 19 de noviembre, hace poco más de una semana, parte del techo del interior del local de La Mallorquina se vino abajo repentinamente. Afortunadamente, no había nadie en el interior en el momento del desprendimiento, ya que este histórico negocio cerró sus puertas definitivamente a principios del mes de agosto. El colapso del techo vino originado por el mal estado de parte del forjado de la primera crujía de la finca, que se corresponde con la antigua zona de despacho de dulces de la confitería.
Además de los ladrillos desprendidos también se desplomaron cuatro vigas, el relleno del techo y el suelo de la planta superior, dejándola al descubierto. Por otro lado, también quedó abombado y dañado el característico cerramiento acristalado del negocio. Desde entonces la finca quedó clausurada y acordonada, por razones de seguridad, y así será hasta que no sean reparados los daños.
Tras este suceso, en el que intervinieron los bomberos y la Policía Local, el Ayuntamiento mantuvo una reunión con los propietarios para abordar estos problemas. Desde un primer momento, la familia mostró su buena disposición a encontrar soluciones y a acatar los requerimientos que el Consistorio estimase oportunos. De hecho, ya estaba valorando diversas actuaciones de mejora en el inmueble, llegando a recibir incluso presupuesto por parte de un contratista.
El pasado 24 de noviembre la familia propietaria recibió una notificación por parte de la Delegación General del Área de Desarrollo Urbano Sostenible, del Servicio de Licencias y Disciplina Urbanística, que aclaraba las obras y reparaciones que los copropietarios debían de asumir.
En primer lugar, este decreto obliga a los propietarios a “la limpieza de la finca de los escombros producidos por el desplome del forjado, a fin de evitar que siga empujando el cerramiento del local”.
En segundo lugar, el documento obliga a la “demolición y sustitución del forjado desplomado ubicado en la primera crujía en planta baja”.
Y, por último, el decreto aclara que “se procederá a la demolición del cerramiento acristalado existente en la fachada y su sustitución por una citara de ladrillo perforado, que será pintada en color blanco, con el fin de mantener las condiciones de ornato de la finca”. El texto del escrito puntualiza que “a este nuevo cerramiento podrá incorporarse una puerta de acceso a la finca, igualmente pintada en blanco”.
La propiedad deberá además presentar un certificado técnico sobre la seguridad y estabilidad del resto de forjados de la finca, o del apuntalamiento, en su caso, de los que presenten problemas de seguridad, que se desprenda del certificado emitido”.
El documento valora estas obras en 16.900 euros y detalla que el plazo de ejecución de los trabajos no deberá ser superior a los diez días.
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