San Fernando

Rehabilitación del Ayuntamiento de San Fernando: Un 'tesoro' en los calabozos

  • Aunque eclipsada por la monumentalidad del conjunto, la intervención llevada a cabo en el sótano para recuperar la histórica cárcel fascina a todo el que visita el Consistorio isleño 

Recuperación de los calabozos del Ayuntamiento de San Fernando.

Recuperación de los calabozos del Ayuntamiento de San Fernando. / Sonia Ramos (San Fernando)

A la fastuosa fachada que custodian los fieros leones, a la impresionante escalera imperial o a la delicada intervención que ha permitido recuperar la sala mozárabe, la sala capitular y otras zonas nobles del histórico edificio, la rehabilitación del Ayuntamiento de San Fernando suma también otras gratas sorpresas. Porque la intervención completada en 2020 ha sacado a la luz también lo que estaba más escondido. Y eso es algo que fascina por completo a los numerosos visitantes que –todavía meses después de la puesta en funcionamiento del edificio– acuden para conocer por dentro la gran obra llevada a cabo en el Consistorio isleño. Se trata de la recuperación de los viejos calabozos que ocupan el sótano del inmueble desde sus primeros años. Se calcula, de hecho, que forman parte de las primeras construcciones acometidas en su momento, a mediados del siglo XVIII. 

Bajar a los calabozos es, sin duda, toda una experiencia para las visitas. Y, de hecho, se ha convertido en uno de los grandes atractivos del edificio monumental, como reconoce incluso la delegada de Desarrollo Urbano Claudia Márquez. Ni siquiera las personas más mayores se echan atrás a la hora de descender por la empinada escalinata –es el acceso original– que lleva hasta los calabozos.

Las antiguas celdas –recuerden que en La Isla hasta a ese tramo que da a la calle Hermanos Laulhé se le ha llamado siempre la cuestecilla de la cárcel– suscitan una inevitable curiosidad. Y con razón. Y la intervención llevada a cabo en esta parte del inmueble –en parte eclipsada por la monumentalidad del conjunto– ha sido de lo más conservadora, así que prácticamente los calabozos brindan la misma imagen que tenían en su origen al haber sido además una de las zonas del histórico inmueble que menos se ha tocado a lo largo de los años. Hasta se mantienen los huecos que ayudaban a ventilar y dar algo de luz a estas mazmorras subterráneas; que dan a la fachada lateral y –ahora– a la Oficina de Atención a la Ciudadanía, aunque aquí al ser una zona especialmente concurrida y en uso se han cubierto con un cristal de pavés.

Se calcula que dejaron de utilizarse en torno a 1984 y, evidentemente, una vez que la Jefatura de la Policía Local se trasladó a su nuevo emplazamiento en la avenida San Juan Bosco, el sótano con las 8 celdas quedó totalmente cerrado. Hasta que dieron comienzo las obras de rehabilitación del inmueble y se encontraron con que el conjunto era otra de las maravillas que encerraba el inmueble.

Es una obra especialmente sobria pero a pesar de ello hay detalles –apunta Márquez– que ponen de manifiesto un especial cuidado: el trabajo de la piedra ostionera, los dinteles, la estructura de portada que se le da a los accesos a las celdas, las bóvedas, las cornisas... "Todo es muy liviano en ornamentación pero a la vez hay elementos que nos hablan de cierto cuidado en la obra", apunta. Y eso a pesar de ser la parte más menos visible y acogedora de todo el edificio y tener un uso tan austero como es el de ser una prisión.

La estructura de las celdas, agrupadas en el centro de un pasillo cuadriculado, es prácticamente perfecta y funcional. La intervención acometida durante las obras de rehabilitación ha sido además de lo más somera dentro de las celdas. En realidad, no hacía falta mucho más dado su estado, aunque –eso sí– en la zona se ha habilitado también de un nuevo acceso que da a la zona del archivo. De hecho, aún son visibles las marcas de las paredes de lo que se cree que pudieron haber sido –no hay documentación al respecto– una especie de soportes para los catres. Y en algunas de las celdas se han mantenido incluso algunos de los pintorescos y llamativos dibujos que podían verse en las paredes y que supuestamente hicieron algunas de las personas que fueron a parar a estas celdas.

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