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San Fernando

Manuel Millán presenta en San Fernando su segunda novela

Manuel Millán con su novela 'La ciudad infinita', en la presentación en Sevilla.

Manuel Millán con su novela 'La ciudad infinita', en la presentación en Sevilla. / D.C.

El escritor isleño Manuel Millán presentará su segunda novela, La ciudad infinita, el próximo viernes, 19 de abril, a las 19:00 horas en el centro de congresos. Hablamos con él para saber un poco más de la obra y de su este camino emprendido en el mundo de la literatura que compagina con su trabajo sobre energías renovables en el Banco Mundial y de docente universitario.

-Acaba de presentar su segunda novela, 'La ciudad infinita', en Sevilla. ¿Cómo fue la acogida?

-Fue un sencillo acto para hacer notar que la novela salía a la venta. A partir ahora es cuando hay que hacer más promoción para que se sepa que existe y es una opción de lectura. Buena parte del éxito de una novela (y de cualquier cosa) radica en ello, en que los lectores sepan que está ahí y que decidan ellos. Las editoriales grandes tienen a su alcance enormes mecanismos (cadenas de televisión, grandes librerías, una distribución fantástica, etc.), pero para las pequeñas es todo un mundo.

-¿Tiene pensado traerla a San Fernando o la Bahía de Cádiz?

-Pues sí, por supuesto. El viernes 19 de abril haremos una presentación en San Fernando en el Centro de Congresos a las 19:00 horas que estará a cargo del escritor isleño Montiel de Arnáiz, al que por cierto me gustaría agradecer desde aquí su amabilidad y disponibilidad.

-¿Enmarcaría su literatura en la novela negra? A veces, los autores prefieren no encasillarse y aunque el género esté bien definido consideran su trabajo de otra forma.

-Pues no tengo muy claro cuál es el género de La ciudad infinita, la verdad. Puede interpretarse que es una novela histórica o negra o policíaca o thriller político-social. O todo a la vez. Creo que nadie escribe encasillando sus historias exclusivamente en un género. Cualquier novela tiene algo de cada uno, sin quitar que pueda estar más enmarcada en alguno de ellos.

Lo cierto es que la novela la comencé con el fin de contar como era el ambiente en Sevilla (y por extensión en España) a finales de la década de 1920. Ese era mi objetivo inicial. A partir de ahí, viendo los enormes y variados intereses que había en aquella sociedad, fueron surgiendo en la historia distintas capas de influencia que, sin forzar demasiado, iban entrando en conflicto a raíz del acontecimiento inicial: el asesinato de un agente de policía. Luego, la trama se fue convirtiendo en un thriller con un gran contenido social y político, y una parte de novela negra o policíaca.

-El contexto de su primera novela estaba vinculado a los inventos, a la ciencia, en esta segunda los sucesos se producen unos días antes de la Exposición Iberoamericana de 1929, tiempos convulsos para la sociedad pero que también suponen cambios, ¿le interesa la evolución del ser humano, de la sociedad?

-Obviamente, por mi profesión de ingeniero y mi dedicación al desarrollo desde hace una década, es algo que me interesa mucho. Para ser honesto, yo creo que el ser humano ha evolucionado lo justo o nada. Nuestras motivaciones básicas y pasiones siguen siendo exactamente las mismas desde siempre. Lo que ha ido cambiando es como competimos por ellas y las satisfacemos en función de nuestra relación con los otros y con los medios a nuestro alcance, eso que llamamos sociedad. Estas, las sociedades, sí que han ido evolucionando en función de las ideologías y la ciencia. Y digo evolucionar, que no avanzar, pues no necesariamente esa evolución ha sido o es siempre hacia adelante. Sin ir más lejos, solo tenemos que mirar la situación del mundo en este momento y cómo ha evolucionado negativamente en los últimos veinticinco o treinta años. Desde luego que ambas cosas, la no-evolución del ser humano y la evolución de las sociedades, son un enorme material para la literatura y el pensamiento en general.

En cuanto a tiempos convulsos, creo que cualquier tiempo lo es. Sería imposible localizar un periodo en el cual la sociedad no haya estado en conflicto de una manera o de otra. Evidentemente, ha habido épocas donde ese conflicto se ha hecho muy visible, llamativo y sangriento, pero no significa que cuando no haya sido tan obvio no haya existido. En concreto, la época específica en que se desarrolla la novela, los prolegómenos de la exposición de 1929, es especialmente agitada en Sevilla, en España y en toda Europa. Se preparaba una exposición que se había organizado durante veinte años en una ciudad y un país que vivía en un tremenda convulsión social y política. Para todo el que tuviese un mínimo de información, estaba claro que algo iba a pasar, aunque tal vez nadie sospechaba que tanto en tan poco tiempo ni tan mortífero. Aquella sociedad era un polvorín: por un lado, una monarquía decadente y agotada apoyada a medias en una clase alta que no se quería dar cuenta de que la opresión que ejercían les iba a reventar por alguna parte; una clase baja que no podía físicamente esperar un cambio gradual y ansiaba una revolución; un estamento militar muy tocado tras la guerra de Marruecos y que se sentía maltratado; una organización económica aún del siglo XIX; en fin, un batiburrillo dramático e imposible de manejar. Y para colmo, todo ello aderezado por movimientos políticos extremos y autoritarios (fascismo y comunismo) que estaban poniéndose de moda en Europa y que, cada uno a su conveniencia, se tomaban como modelos respectivos. Un aspecto importante de esta novela es precisamente esa diversidad y multiplicidad del momento, y que se ve aumentada en una ciudad como Sevilla, siempre bulliciosa y contradictoria. De ahí proviene el nombre de la novela, una historia de infinitos aspectos en una ciudad de infinitas caras.

-¿Es un buen material para la literatura?

Desde luego, es evidente mi atracción por esta época del siglo XX, tanto en lo político y social como en lo tecnológico. Existe además un relativo vacío en cuanto a historias que nos cuenten como fue el periodo entre guerras en Europa, desde 1919 a 1936. Un periodo apasionante desde todos los puntos de vista. En lo político y social tenemos el triunfo de la revolución rusa, el del fascismo en Alemania e Italia, el del capitalismo en los EE.UU., etc. En lo tecnológico hay notabilísimos cambios como la popularización de la radio, la electricidad, los automóviles, la aviación comercial… las grandes teorías de Einstein… En lo artístico con el art-decó, el surrealismo, etc. Es una época que, en cierta manera, ha configurado buena parte de lo que somos hoy. Desgraciadamente, los acontecimientos que la enmarcaron, las dos guerras más importantes de la humanidad, han acaparado la mayor parte de la atención.

-Presentó la novela al Premio Planeta de 2022, no la ha publicado hasta 2024, ¿es complicado sacar un libro? Veo que ha publicado sus dos obras en editoriales distintas.

Esa es una pregunta fácil de responder: Si quieres una editorial que no sea de autopublicación o de coedición, como era mi caso, sí, es muy complicado. Además, en contra de lo que pudiese parecer, lo de quedar finalista de un premio de primer nivel, ya sea Planeta o cualquier otro, no facilita las cosas. El mundo editorial es complejo, por decirlo de alguna manera. Y no digo exigente, sino complejo, que es muy diferente. Como todo hoy en día, los parámetros por los que se mueve tienen más que ver con el aspecto comercial que con cualquier otro, con poco margen para el riesgo o las oportunidades. Por poner un ejemplo, una editorial conocida lo primero que me preguntó minutos después de recibir mi novela (literalmente es decir que no le había dado tiempo de siquiera leer unas páginas y valorar su calidad) era que qué redes sociales tenía y cuántos seguidores. A partir de decirle que yo no me muevo por las redes sociales, nunca más supe de ellos.

-Finalista del Premio de Novela del Ateneo de Sevilla, finalista del Premio Planeta y ahora finaliza del Premio Azorín de Novela, ¿cómo se siente al quedarse tan cerca del premio?

-Pues lo cierto es que nunca he sentido que me he quedado cerca del premio… Soy realista y sé que ganar algún premio de ese calibre es muy complicado. No estoy diciendo que la decisión esté tomada, cosa que no entro a valorar porque no lo sé y solo puedo elucubrar o ejercer mi derecho al pataleo…, sino que compites con otras novelas que deben ser, al menos, tan buena como la tuya. En este caso, aplico eso de que lo importante es participar y divertirse y que, quién sabe, igual algún día llega…

-¿Por qué acude a esos premios? ¿Qué suponen para un escritor? ¿Permite despegar?

-Hay una razón primordial y, en principio, no tiene que ver con ganar, pues, como he dicho, es una posibilidad remota. Lo hago porque creo que es una buena manera de calibrar tu obra con otras muchas. Cuando empecé a escribir no tenía ni idea del nivel de lo que hacía ni si tendría posibilidades de publicar porque hay mucha competencia. Hoy en día se escribe mucho, cosa que, dicho sea de paso, creo es sano para una sociedad, aunque algunos lo critiquen. Si alguien cree que se escribe mucho, pues que dé ejemplo y lo deje (también hay mucha gente que pinta, que cocina, que es enóloga, que hace yoga, y todo es respetable, somos ocho mil millones de criaturas y cada una es libre de hacer lo que quiera respetando a los demás). Pues bien, por esta gran competencia y por lo difícil que es que una editorial te responda o evalúe tu obra, lo de los premios es una manera de someterla a una comparativa y de que, además, tengas cierta confianza en que alguien allegado a editoriales la va a empezar a leer. Por otro lado, si quedas finalista, tu obra van a leerla los miembros del jurado, que son gente de gran categoría literaria.

Lo de si te permite despegar o no, aún no puedo responderte. Yo sigo en tierra…

-¿Qué camino le queda ahora a 'Días de calor' (la novela que presentó al Premio Azorín y que quedó entre las diez finalistas) para que llegue al lector?

-Bueno, la novela en realidad no se llama así, sino de otra manera. Sobre el camino, pues no lo sé. Probablemente la envíe a editoriales o quizás a otros premios. No tengo demasiada prisa. Ahora estoy centrado con el lanzamiento de esta segunda. A ver si gusta.

-¿Qué tiene ahora entre manos? Hay escritores que necesitan pausa entre obras, otros compaginan varias a la vez, otros son de rutina... No sé cómo es su manera de afrontar el proceso creativo.

-No olvidemos que yo tengo un trabajo absorbente en el Banco Mundial en Viena (que requiere frecuentes viajes), y también imparto las clases en Johns Hopkins. Además, tengo una hija de tres años de la que intento disfrutar al máximo. Ello me deja con más proyectos en la cabeza de los que puedo acometer en la práctica. No obstante, he terminado un ensayo sobre la historia de la energía solar que estoy tratando de publicar en una editorial de divulgación. Y tengo alguna novela a medias. A medio plazo, estoy recopilando información sobre un científico español de mediados de siglo XX (otra vez esa época) que me parece un personaje excepcional en quien muy poca gente se ha fijado. Estoy en contacto con la poca familia que le sobrevive y buscando lo poco escrito. Mi idea sería escribir acerca de él. Pero en el medio plazo, ya digo.

-¿Cómo lo compagina con ese trabajo vinculado a las energías y las renovables, y como docente?

-Con dificultad, la verdad. Ya digo que mi trabajo en el Banco Mundial requiere viajes frecuentes, cuyos tiempos muertos siempre trato de aprovechar. Es una buena ocupación para ratos perdidos en aeropuertos u hoteles. A la vez, ese trabajo me permite trabajar en otros países y con otras culturas, lo que me proporciona perspectivas que nunca hubiese tenido de otra manera. Tengo la suerte de poder viajar muchísimo, de haber vivido en siete países en muchas situaciones y circunstancias (incluyendo dos años en una base de vida en pleno desierto del Sáhara) y de haber trabajado en media centena de ellos. Y eso me ha enriquecido de una manera excepcional y permitido tener experiencias únicas (y no siempre agradables). Por mucho que leas, hay cosas que solo aprendes si las vives.

En cuanto a la universidad, pues aprovecho esa experiencia para, digamos, inspirarme. Por ejemplo, de ahí salió la idea de escribir el ensayo sobre energía solar, al ver lo poco que hay publicado en español e incluso en inglés sobre el tema. También tiene la parte intercultural, aunque la mayoría de mis alumnos son norteamericanos, Johns Hopkins atrae gente de todo el mundo y he tenido alumnos europeos, africanos, asiáticos o incluso de alguna isla del pacífico.

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