Camino a la Real Isla de León
El Duque de Alburquerque, una figura tan trascendental en la Guerra de la Independencia como olvidada, centra la investigación de Vicente Gonzalvo, recientemente publicada
Un año más San Fernando se dispone a celebrar una de las fechas más transcendentales de su historia, el 24 de septiembre de 1810. En esta ocasión cuenta con la aportación de Camino a la Real Isla de León, un importante libro de Vicente Gonzalvo, novel autor para la Historia y vecino temporal de La Isla por su vinculación a la Armada, que quedó entusiasmado de la ciudad y de su historia.
La compleja España de inicios del siglo XIX, en profunda bancarrota a consecuencia de la serie ininterrumpida de guerras, la nefasta política hacendística, la hambruna 1803-05, las epidemias… desembocó en una situación política de alto riesgo agravada en 1807 al acordar Godoy con Napoleón el Tratado de Fontainebleau, que facilitó la entrada de las tropas imperiales en la Península. Consecuencia: una España con tres reyes, los tres en manos de Napoleón, y el levantamiento popular del 2 de mayo en Madrid, prólogo de una profunda crisis institucional y de gobierno y de la Guerra de la Independencia.
En este escenario el libro de Vicente Gonzalvo contribuye a recuperar dos figuras tan relevantes para España y la Guerra, como frecuente e injustamente olvidada por la historiografía: la Real Isla de León y el XIV Duque de Alburquerque.
La narración ordenada, ágil y de lenguaje sencillo, organizado en apartados muy articulados, invita una lectura placentera. Ampliamente documentado, por momentos se transforma en un diario de operaciones. El Camino a la Real Isla de León puede considerarse dispuesto en dos partes. La primera, de contextualización, comienza analizando las repercusiones de la Batalla de la Bahía de Cádiz o de la Poza de Santa Isabel (frente a Punta Canteras, del 9 al 14 de junio de 1808). La victoria sobre la escuadra francesa supuso integrar en la Armada española a cinco navíos de línea y una fragata completamente pertrechados, logística para abastecer a más de tres mil seiscientos hombres durante meses, armas ligeras y artillería, numerosos prisioneros y, además, significó la primera victoria de las armas españolas sobre Napoleón. Estratégicamente consiguió mantener el Arsenal y evitar la conexión del ejército francés con la Bahía. Descubrirá asimismo cómo los cambios de criterio de Napoleón resultaron muy negativos para su causa en España, pues dieron tiempo a la consolidación de La Junta Central como garante de la soberanía nacional. El dramatismo de la situación económica tendrá lugar destacado en el proceso. Militarmente, analiza la situación de los ejércitos español e inglés (con sus luces y sombras) y el irreversible avance imperial, obligando a los restos del Ejército español a la retirada. Mientras suenan tambores apocalípticos para la España Libre, la Junta Central, La Isla y la Armada se afanarán por preparar su defensa.
La segunda parte del libro desarrolla los hechos que dan lugar al título. Examina los preparativos de La Junta Central para abandonar Sevilla, su dramático traslado hasta la Isla de León en enero de 1810, el desgobierno generado, los problemas con la todopoderosa Junta de Cádiz y su autodisolución tras encomendar la convocatoria de las Cortes y el nombramiento de la Regencia. El 31 de enero La Isla quedó convertida de facto en capital de la España Libre, asistiendo a la creación del Consejo de Regencia, instalada en el Convento de la Enseñanza.
Casi al mismo tiempo se produjo la llegada del Ejército de Extremadura al mando de José Mª. de la Cueva y de la Cerda, XIV Duque de Alburquerque. Tras intervenir en Talavera y en la Batalla del Puente del Arzobispo en 1809, al conocer los planes de la Junta Central para abandonar Sevilla, inicia una retirada hacia la Isla de León que es, probablemente junto a la del General Copons (hacia Huelva), la acción militar más importante de 1810. Vicente Gonzalvo narra con precisión toda la maniobra de más de 300 kilómetros, a una media de 40 km. diarios, debiendo intervenir en numerosas escaramuzas ante la permanente persecución francesa. El día 5 de febrero de 1810 culminó la entrada en La Isla del extenuado Ejército de Extremadura. El autor, reivindica asimismo, la participación de la Infantería de Marina en toda la contienda, valora la intervención del Regimiento de Calatrava en la retaguardia durante el repliegue, así como la importancia de la guerrilla y del Cuerpo de Voluntarios distinguidos.
Responsable de activar la defensa, el Duque consideró que La Isla es el verdadero parapeto de Cádiz, de ahí que concentrara recursos y esfuerzos en su defensa. Aprovechando sus potencialidades físicas y los trabajos anteriores, activó una línea defensiva muy estructurada a lo largo del caño de Sancti Petri, fuertemente reforzada en la cabeza continental del Puente de Suazo y prolongada hasta el Arsenal de La Carraca y toda la orilla insular de la bahía gaditana. El dispositivo apoyado por las fuerzas sutiles, las unidades de artillería de la Armada dirigidas por el capitán de navío Diego de Alvear, del conocimiento del terreno de los propios isleños y del apoyo inglés, hizo fracasar el Sitio de La Isla y Cádiz establecido por los napoleónicos durante treinta meses, contribuyendo decisivamente a la apertura y desarrollo de las sesiones de las Cortes de Real Isla de León y Cádiz, que mediante el Decreto I, de 24 de septiembre de 1810 abrió las compuertas a la modernidad al establecer las líneas fundamentales del liberalismo en España, resolviendo que la soberanía nacional reside en las Cortes, proclamando legítimo rey a Fernando VII, estableciendo la separación de poderes, la inviolabilidad de los diputados.
Pero Vicente Gonzalvo quiere finalizar su trabajo, editado por Sílex en 2020, recordando cómo el hombre que hizo posible todo esto, que en realidad salvó al Estado, falleció a la edad de 35 años en la noche del 18 de febrero de 1811 a causa de una grave depresión agravada quizás por las acusaciones de la Junta de Cádiz, sin tiempo a conocer su rehabilitación profesional solicitada días antes por las Cortes.
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