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25N en San Fernando

Conferencia del 25N en San Fernando: La sororidad, el cuidado entre mujeres, como pilar del feminismo

Las conferenciantes Claudia Moneo (i.) y Ana Doinel, durante su intervención en esta cita del 25N.

Las conferenciantes Claudia Moneo (i.) y Ana Doinel, durante su intervención en esta cita del 25N. / Ayuntamiento San Fernando

El camino para la sanación después de sufrir algún tipo de violencia machista pasa por el apoyo de otras mujeres, por acercarse al feminismo en el que los cuidados y dejarse atender están en el centro, en el que la sororidad es el principal pilar. "Necesitar te hace humana", dejan claro las conferenciantes, Claudia Moneo y Ana Doinel, ante un auditorio formado por jóvenes y personas mayores que rieron, escucharon con atención y asintieron a muchos de los comentarios que ambas hicieron en esta cita enmarcada en la programación del 25N, Día Internacional de Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres, que se desarrolla esta semana en San Fernando.

Estoy viva por mis amigas era el título de esta charla en la que las intervinientes insistieron en la importancia de tejer redes femeninas para recuperarse después de algún trauma. Es la experiencia de Doinel, que reconoció que sus amigas la salvaron hace pocas semanas. Durante la conferencia ambas mezclaron sus trabajos, los dibujos de Moneo y los dibujos y reflexiones de Doinel extraídos de su libro Me lo merezco, sus vivencias y sus procesos de recuperación, desde la sinceridad, sin tapujos y con mucho humor, lo que despertó en varias ocasiones el aplauso del público.

Claudia Moneo, en un momento de la conferencia ofrecida por el 25N. Claudia Moneo, en un momento de la conferencia ofrecida por el 25N.

Claudia Moneo, en un momento de la conferencia ofrecida por el 25N. / Ayuntamiento San Fernando

Durante la más de hora y media que duró su disertación desarrollaron diferentes conceptos sobre las limitaciones que la sociedad pone a las mujeres, el papel que les tenía reservado y que aunque con variaciones sigue centrado en la imagen y en la invisibilidad, en el silencio y en la condena cuando la fémina se sale de los estereotipos marcados. 

El cuerpo como valor es una de las ideas que lanzaron. Se exige una mujer delgada, que preste atención a su imagen y que dedique por tanto tiempo y dinero a "arreglarse". "No estamos rotas", advirtieron. "Si la energía está en nuestro aspecto no luchamos por cambiar el mundo, no se hace importante lo que tenemos que decir", dejó claro Ana Doinel. El cuerpo no nos define, sino "cómo te comporte, cómo seas con tus amigas y en sociedad", añadió la otra conferenciante.

Ambas defendieron la importancia de "quererse a una". Como ejemplo, Claudia Moneo, responsable de la exposición Una habitación compartida abierta en la actual Casa de la Cultura (calle Real, 63), relató cómo su pareja le provocó un complejo con su pecho, "tú si quieres te puedes operar, yo no voy a decirte nada", mientras ella no se veía mal ante el espejo. Pero durante años no fue a la playa, "me daba asco y pensaba que la gente me iba a mirar mal". Tras romper fue una liberación hacer topless. "Cada uno es bonito a su manera", mencionó Doinel. En su caso, se vendaba el pecho, y lo sigue haciendo, porque achaca a su cuerpo la responsabilidad de los abusos sufridos, que comenzaron cuando se desarrolló. "Relacionaba la forma de la mujer con sufrir violencia, y me ponía ropa ancha, me autolesionaba", asumió.  

Las mujeres actuales siguen reproduciendo las conductas de quienes han sido para ellas sus referentes en su crecimiento: sus madres y sus abuelas. También muchas tienen a sus padres como referentes masculinos. "De nuestros padres aprendimos a cómo querer", apuntó Claudia Moneo. Eso hizo en su caso que soportara una relación durante 7 años en el que su pareja la anulaba, no la escuchaba y la humillaba. "Me machacaba", reconoció. "Mi padre no maltrató a mi madre psicológicamente pero el amor de mi madre se basaba en quererlo cada día más. Ella era mi referente. Ahora trabajo para ponerme a mí primero", contó. Se trata de "romper los patrones familiares", aunque por eso te tachen de "enterada, impertinente, desagradable", precisó Doinel.

El concepto de que el cuerpo es la casa de la mujer, que esta debe atender, y ese es su valor, se extiende al propio hogar. "La casa es nuestro lugar, lo público es territorio del hombre", resumió la autora de Me lo merezco. Por eso, las mujeres tenían sus casas impolutas. Era su dominio, tenían que limpiar, cuidar a los niños, llevarlos al colegio y tenerlos perfectos; cocinar, atender a los mayores, planchar y poner la ropa al marido para el día siguiente. "Mis abuelas están frustradas porque no pueden limpiar su casa. Es su mundo", planteó Moneo. "¿Veis a vuestras madres sobrepasadas, irritadas?", le pregunto al alumnado que pasa por mi exposición y los talleres, y me dicen que estallan, que no se les puede hablar... Es por la exigencia, tienen que ser superwoman", expuso.

En la actualidad a esas funciones para ser la mujer perfecta se suma la de "jefaza", "empresaria de éxito, con una vida sexual plena, que van al gimnasio, madres excelentes, buenas cocineras"; e ironizaron: "También está la mujer perfecta de izquierda: que además es intelectual, tiene tres másteres, es poliamorosa y vegana zero waste". Son los nuevos prototipos que tienen una misma base de exigencia.

"Tenía tres losas sobre mí: fea, gorda y tonta. Las dos primeras las he superado, pero sigo trabajando en lo de tonta", desveló Moneo, que se refiere a tener reticencias a la hora de expresar sus opiniones e ideas, a tener dudas de su valía, al miedo a que no la escuchen o a equivocarse. Mientras el hombre ha sido educado en la confianza de decir sus ideas, las mujeres siempre han sido "silenciadas". "Mejor no hables", dice tu madre. "Qué voy a decir, si es una tontería", te dices tú misma. Va en la línea, soltó Doinel con humor, de las mujeres eminentes en un campo que tienen que aguantar que otros hombres le expliquen cosas de ese tema. "O que yo tenga que ver cómo hay hombres que me explican mi libro", añadió.

Ana Doinel habla sobre las redes feministas. Ana Doinel habla sobre las redes feministas.

Ana Doinel habla sobre las redes feministas. / Ayuntamiento San Fernando

Las mujeres que se salen de estos roles, que no cumplen con esas expectativas, que no reproducen la feminidad impuesta, por el contrario, son tachadas de "feminazis, defectuosas, putas, solteronas", son responsables de la violencia que sufren: "La mató, pero es que le ponía los cuernos", "la violaron, pero es que iba a sola a las cuatro de la mañana por la calle y con falda", ponían de ejemplos.

Frente a eso, insistieron en la importancia de poner límites, de saber decir no, de aceptar que "no nacimos para salvar a nadie", como un proceso personal, en el que las redes de mujeres resultan fundamentales en la sanación. "Estoy contigo, hermana", "la sororidad es nuestra gracia", "si te hace falta algo, tú me dices", se leía en las ilustraciones que acompañaban a discurso, con la imagen de una amiga, de las Tres Gracias de Rubens versionadas, de una vecina hablando desde su ventana. Los dibujos de una mujer tejiendo, de un grupo ocupando un banco, de unas amigos que quieren ir a tomar un vino reflejaban esa idea de recibir el apoyo de las mujeres del entorno. "Dejarse cuidar también es amor propio", apuntó Ana Doinel. "El feminismo es cuidado, ternura, en el centro de todo, no es ser independiente", reivindicaron.

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