Salud sin fronteras

josé Martínez Olmos

El cáncer en los medios

HE tenido ocasión de leer un artículo publicado en la revista JAMA Oncology que describe un asunto bien interesante.

Se trata de que tras analizar la situación, se pone de manifiesto que la manera en la que se habla de cáncer en los medios de comunicación se usan de forma abusiva los términos superlativos.

En concreto, eso sucede cuando se informa sobre medicamentos y nuevas terapias y sucede así, aunque no estén más que en fase de investigación preliminar. Es típico de situaciones como estas hablar de terapias "prometedoras", "hallazgos revolucionarios" o fármacos "milagro" entre otras muchas acepciones. De esa forma, es típico que a estas acepciones se unan mucho vocablos como maravilla, hito, etc.

Como le digo, lo llamativo de esta situación es que este tipo de informaciones se desarrollan en general para avances frente al cáncer aunque éstos no sean relevantes o les falten aún muchos años de investigación hasta comprobar que puedan ser terapias útiles para los pacientes.

Sin ir más lejos, hace un par de semanas conocimos informaciones publicada en casi todo el mundo en relación con el hecho de que un grupo de científicos de la Universidad de Granada había patentado un nuevo fármaco eficaz frente al cáncer de mama, colon y melanoma. Una molécula que al parecer ofrece resultados en ratones y que, sin embargo, en muchas de las noticias difundidas a través de los medios de comunicación aparece como un nuevo "milagro" sobre aunque falte aún un largo proceso de investigación científica. Este caso, que espero acabe con el éxito que todos deseamos, coincide con los hallazgos del oncólogo Vinay Prasad y su equipo que estudiaron en Google 10 superlativos distintos seguidos de la palabra cáncer y encontraron casi 100 artículos de 66 medios diferentes con 97 superlativos; en ellos se hacían referencia a 36 tipos de medicamentos.

En general, a pesar de describir el fármaco como milagrososo, esperanzador o exitoso, en muchas ocasiones aún estaba en fase de investigación en animales y en otros muchos casos aún no estaban ni aprobados por la correspondiente agencia de medicamentos.

Lo relevante de este fenómeno es el impacto que tienen en la población general y, sobre todo, en los pacientes de cáncer y sus familias que esperan de manera intensa la aparición de nuevos avances terapéuticos y que en demasiadas ocasiones ven frustradas sus expectativas.

Y es curioso cómo este fenómeno afecta a todos porque, tal como se describe en JAMA Oncology, la mayoría de los superlativos (el 55%) los usaron los periodistas, pero los investigadores (27%) fueron el segundo grupo, seguidos de las farmacéuticas (9%) y finalmente, los pacientes (8%).

Y en concreto, los aspectos ligados a la inmunoterapia, la genética y la medicina personalizada, fueron las áreas de investigación que más términos hiperbólicos acumularon.

En mi opinión esta situación es en buena medida comprensible pero, a pesar de ella, hay que hacer un esfuerzo para reorientar las informaciones a lo que realmente aportan las investigaciones a las que en cada caso se estén refiriendo. De nuevo, es un asunto de ética y de rigor. Ética y rigor que deben ser siempre consustanciales con todos los asuntos ligados a la sanidad y a la salud. También, con los asuntos ligados a la divulgación.

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