La comunidad educativa del CEPER de Puerto Real clama ante la necesidad de mejoras: "No es estética, es seguridad y salud"
El Centro de Educación Permanente acumula años de trabajos pendientes que dificultan el día a día de los más de medio millar de alumnos que este año están matriculados
CEPER Francisco Poveda: El centro de las segundas oportunidades
La comunidad educativa del Centro de Educación Permanente (CEPER) ‘Inspector Francisco Poveda’ de Puerto Real está ya cansada de esperar. Llevan años reclamando mejoras en el centro que nunca llegan y que cada vez hacen más complicado poder disfrutar de la enseñanza de calidad que siempre ha sido bandera en este centro educativo en el que estudian más de medio millar de personas adultas.
Esa característica del alumnado, todos por encima de los 18 años y una gran mayoría superando los 60 años de edad, hace aún más insostenible que el centro se convierta en una yincana en la que sortear cubos cada vez que llueve. “Esto se llena de goteras y aquí entra mucha gente mayor, incluso con andadores, y un número importante de personas con discapacidad”, explica Consuelo Expósito, representante de los alumnos.
A las goteras provocadas por las lluvias se suman otras que son constantes por motivos que desconocen, y que llevan soportando desde hace ya más de cinco años. Hay zonas del centro en las que el techo de escayola ha terminado desprendiéndose, y otras, llenas de humedades y esporas que crean una inseguridad que alarma a los alumnos. “No es una cuestión estética, es salud. Después vendrán las lamentaciones”, dice Consuelo Expósito.
Esta alumna cuenta que ella misma sufrió un aparatoso accidente en la puerta del centro. “Un día después de la DANA del pasado año, me resbalé en la entrada del centro y sufrí una caída en la que me rompí la mano y perdí hasta el conocimiento”, recuerda. “Si aquí no pasa nada más es porque Dios o el Universo no quiere”, apunta.
A esto suman los malos olores, que incluso han provocado que “en alguna ocasión los alumnos se han negado a entrar en determinadas aulas donde se hace insoportable”, asegura María José Beltrán, alumna y delegada de patrimonio en el centro.
Pero cuando no llueve la situación no mejora. Y es que el centro tiene problemas serios con la climatización, que tampoco funciona desde hace unos años. “Estamos en un edificio que nos encanta, con mucha luz gracias a las ventanas que tiene, pero eso se nos vuelve en contra durante varios meses, porque la climatización no funciona y se convierte en un horno”, dicen los alumnos. El curso pasado optaron por comprar ventiladores para intentar aliviar las altas temperaturas sin demasiado éxito.
Y así, siguen a la espera de que el Ayuntamiento de Puerto Real dé una respuesta a esta situación. “El centro viene informando de forma periódica desde hace ya varios años de la situación que vivimos, pero nadie hace nada por solucionarlo”, lamentan. Recuerdan que tanto la dirección como los representantes de los alumnos se han reunido con la alcaldesa para trasladarles sus necesidades y que ella misma asistió al CEPER en la apertura del curso y lo comprobó in situ. “Es cierto que nos atiende muy bien. Nos escucha, entiende nuestras reclamaciones, pero de ahí no pasa y ya solo nos queda manifestarnos frente al Ayuntamiento”, dice Antonio García, también representante del alumnado.
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