Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

Puerto Real
  • Los vecinos de la barriada puertorrealeña celebran cuatro décadas desde la llegada de los primeros pobladores a una zona que el franquismo proyectó como una gran ciudad y acabó como una barriada aislada

40 años del Río San Pedro: del despropósito al eterno olvido

Una vista panorámica de la barriada Río San Pedro en Puerto Real Una vista panorámica de la barriada Río San Pedro en Puerto Real

Una vista panorámica de la barriada Río San Pedro en Puerto Real / Julio González (Puerto Real)

Escrito por

· Cristóbal Perdigones

Redactor

La barriada Río San Pedro (Puerto Real) cumple 40 años. Al menos, cuatro décadas desde que llegaron los vecinos a las primeras viviendas, que se entregaron en noviembre de 1982. Aunque las primeras obras arrancaron entre finales de los 70 y principios de los 80, los colectivos vecinales han optado por unirse ahora y festejar cuando el barrio empezó a cobrar vida. La barriada puertorrealeña es la de mayor tamaño del municipio, tanto por su extensión como por el número de habitantes, unos 6.000, que suponen casi el 15% de los habitantes censados en la Villa.

Pero el origen del barrio se produciría una década antes. Se remonta a principios de los 70 y está muy ligado a la construcción del puente José León de Carranza (inaugurado en octubre de 1969) y a la falta de suelo residencial, principalmente en la ciudad de Cádiz.

Ampliación de la barriada en los años 90 Ampliación de la barriada en los años 90

Ampliación de la barriada en los años 90 / Tere Mejías (Puerto Real)

Fue el llamado Plan ACTUR (Actuaciones Urbanísticas Urgentes) el que marcó el inicio de esta zona residencial y, en gran medida, el causante de muchos de los problemas que, 40 años después, sigue arrastrando la zona. Este plan se aprobó en 1971 sobre terrenos de los términos municipales de Puerto Real (977 hectáreas) y El Puerto (616 hectáreas). El objetivo de este plan no era otro que disponer de suelo urbanizado a precio razonable para satisfacer la necesidad de viviendas sociales en las grandes concentraciones urbanas. Se pretendía crear la nueva ciudad Bahía de Cádiz, en un polígono de rápida urbanización y ocupación.

El plan contemplaba la creación de 30.766 viviendas para una población permanente de 107.680 personas.

En el avance del plan se contemplaba nada menos que la creación de 30.766 viviendas para una población permanente que se estimó en 107.680 personas. A esto se sumaba otras más de 5.000 viviendas planeadas como segundas residencias y más de 23.000 plazas turísticas. El objetivo final era que la población total de esta “nueva ciudad” sobrepasase en temporada alta de turismo las 136.200 habitantes. Es decir, una población mayor que la de la propia ciudad de Cádiz, que además en esos momentos estaba intentando poner en marcha el fallido proyecto ‘Cádiz-3’, cuya pretensión era urbanizar todo el espacio entre Cortadura y San Fernando, para albergar a medio millón de habitantes más.

El terreno elegido para el ACTUR-Río San Pedro (más de un tercio inundable) incluía zonas de especial interés medioambiental, desde el propio parque de Los Toruños y Pinar de La Algaida, a los pinares del Río San Pedro, la Playa de Levante y las Salinas de El Trocadero. El Plan, entonces orquestado desde el INUR (Instituto Nacional de Urbanización) del Gobierno de Franco, era tan ambicioso como falto de sensibilidad medioambiental.

“El modelo de desarrollo que se planteaba para este lugar fue un verdadero disparate. Solo se sostenía en la cabeza del Gobierno del franquismo”, dice el ex alcalde de Puerto Real, José Antonio Barroso, que lideró el primer ayuntamiento de la Democracia del municipio, y que, en gran medida, puso fin al despropósito del Plan ACTUR, que acabó fracasando en todos los lugares de España en los que se inició.

“Cuando llegan las democracias municipales y cuando el movimiento ecologista ya está en ciernes, empieza a cuestionarse este proyecto”, recuerda Barroso. Cuando él llegó al Ayuntamiento en 1979, ya han empezado a desarrollarse en el barrio las 202 viviendas de Coteviso y las 429 viviendas de protección oficial que impulsó el Ministerio de la Vivienda de entonces, junto con gran parte de la urbanización de la zona.

El PGOU de Puerto Real, aprobado en 1982, puso freno al proyecto

“Nosotros empezamos a trabajar en un Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que finalmente se aprobó en 1982, que lo primero que hace en el Río San Pedro es crear zonas de equipamiento, que no había ninguna, porque todas iban a la parte de El Puerto de Santa María”, afirma el ex alcalde. Ese PGOU, también protegía los pinares, definió las áreas universitarias y limitó el suelo industrial, prácticamente a lo que ya estaba urbanizado. “Ni que decir tiene que a ese PGOU se opuso el Ministerio, que lo recurrió sin éxito”.

Esto conllevó un fuerte enfrentamiento con la administración del Estado y con la Junta de Andalucía, “que había pasado a sustituir a la administración franquista como promotora de los suelo, y la que los vendió y ganó dinero”.

Así, recuerda el ex alcalde, que cuando se terminan de ocupar los espacios residenciales no había ni un solo equipamiento hecho, a excepción del colegio de Primaria. Fue el Ayuntamiento el que tuvo que ponerse manos a la obra, para dotar al barrio de lo que hoy disfruta: Instituto, Centro Cívico, Pabellón cubierto, centro de salud y un campo de fútbol, entre otro equipamiento.

Barriara junto al Río San Pedro Barriara junto al Río San Pedro

Barriara junto al Río San Pedro / C.P. (Puerto Real)

No se cumplía, por tanto, ni tan siquiera el preámbulo del Decreto-Ley de los ACTUR, que determinaba que, además de la construcción de viviendas asequibles, se dotaría a las barriadas que se construyeran a las barriadas que se construyan “de todo el equipo colectivo y los servicios complementarios que requiere la vida moderna”.

“El ACTUR era una locura, una ciudad gitanesca que unía El Puerto, Puerto Real y Cádiz, para 150.000 habitantes que no sé de donde iban a salir”, dice Juan Clavero, ecologista y activista que desde el inicio mostró su oposición “al disparate”. “En los planos del ACTUR vemos  una urbanización de Los Toruños y puentes en el Rio San Pedro, que afortunadamente se paró gracias al Ayuntamiento de Puerto Real y su PGOU, y a que los ecologistas le terminamos de dar la puntilla porque nos opusimos a cualquier pretensión de intentar urbanizar, fundamentalmente Los Toruños y el Pinar de la Algaida”.

En esos años, la percepción social tampoco ayudaba porque no existía la sensibilidad ambiental de hoy. En los 80, las marismas y salinas eran “espacios asquerosos e inmundos que solo servían para rellenarse y hacer otra cosa”.  El ecologista recuerda que “un delegado de medio ambiente me dijo que para qué íbamos a proteger Los Toruños si solo había escombros y putas, porque en esa época había prostitución en la zona. Hoy tenemos un parque que es de los más visitados”.

Y de aquellos polvos, estos lodos. Esa es la percepción que existe en el vecindario. Que el proyecto arrancó muy mal, que ellos desconocían donde iban y que aún se están pagando las consecuencias, pese a que coinciden en que residen en uno de los entornos naturales más privilegiados de la Bahía.

Los culpables, a juicio de Barroso, fueron “el Estado y la Junta de Andalucía que se quitaron de en medio. El Ayuntamiento no, porque no podía. Estaba y sigue estando aquí como administración”.

“El resultado final es que aquí se creó una barriada y se crearon dificultades que perviven, con carencias que debería haber sido resultas con el paso del tiempo”, dice Blas Galera, uno de los primeros vecinos en llegar a la barriada, y que en los orígenes del barrio fue muy combativo, como muchos otros, en las demandas que se planteaban.

“Este barrio se inventó de la nada y luego no se dotó, por eso se ha tenido siempre la sensación de ser el hijo no deseado que no acaba de integrarse ni en su propio municipio. Llegamos a principios de los 80 y las dotaciones no llegaron hasta casi 20 años después”, lamenta Blas Galera.

Él mismo ve algo extraño que esta semana se haya celebrado el 40 aniversario de la llegada de los primeros pobladores del barrio. “Lo normal hubiese sido que se celebrase el aniversario de una inauguración, pero este barrio nunca se inauguró porque nunca se terminó, y eso es el punto de partida de todo”.

Manuel Villa y Carmen María Mesa descubren la Plaza que recuerda el 40 aniversario del barrio Manuel Villa y Carmen María Mesa descubren la Plaza que recuerda el 40 aniversario del barrio

Manuel Villa y Carmen María Mesa descubren la Plaza que recuerda el 40 aniversario del barrio / J.A.T. (Puerto Real)

Esa sensación de Galera se comparte por la práctica totalidad del vecindario.  También de los primeros en llegar fue Manuel Vila junto a su familia. “Los primeros días fueron como los indios cuando asaltaban el oeste. Llegamos a nuestra casa y empezamos la lucha. Aquí no había nada, ni luz. El pan nos lo traían desde Chiclana hasta que abrieron una pequeña tiendecita”, recuerda.

Lo que si llegó pronto fueron las movilizaciones. “Salíamos a la carretera a parar los coches (en referencia a los autobuses) para que entrasen dentro de la barriada. Entonces éramos cinco gatos, pero arañábamos y algo conseguíamos, aunque no lo suficiente”. Ante el desamparo que dicen que sentía, ellos mismos se pusieron manos a la obra. “Hemos sembrado muchísimos árboles y reuníamos dinero para construir hasta las calles echando hormigón”.

Protesta de vecinos del Río San Pedro, en los 90, para reclamar un mejor transporte Protesta de vecinos del Río San Pedro, en los 90, para reclamar un mejor transporte

Protesta de vecinos del Río San Pedro, en los 90, para reclamar un mejor transporte / Julio González (Puerto Real)

Unos meses más tarde llegaba al barrio Carmen María Mesa y reconoce que vino “muy contenta, pero al poco de llegar sentí que nos habían metido aquí y habían cerrado la puerta”.  Entonces tenía tres hijas en edad escolar y se esperó a que acabase el curso para instalarse en el barrio.  “De pronto me vi que aquí no había colegio, que no había transporte y yo tenía que ir a trabajar a Cádiz y no tenía coche… un despropósito todo”. “El médico, por ejemplo, nos costó la misma vida que llegase, porque aunque ahora hay un ambulatorio que no tiene urgencias ni abre los fines de semana, antes solo había aquí médico un para todo”.

También ella se unió a las luchas vecinales que a lo largo de estos cuarenta años, han tenido mayor o menor intensidad, pero nunca han dejado de estar presentes, y casi siempre por los mismos motivos.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios