Provincia de Cádiz

Cabaña abandona el "guirigay" sin hacer ruido y en son de paz

  • El ya ex diputado provincial se va arropado por los suyos y con el aplauso de casi toda la Corporación, salvo el de Pilar Sánchez

La Real Academia Española define guirigay como "el griterío y confusión que resulta cuando varios hablan a la vez o cantan desordenadamente". Pues de este griterío o confusión fue del que huyó ayer Francisco González Cabaña, que puso fin, sin ruido y en son de paz, a casi 17 años en esta institución.

"Me voy sin dar un portazo, aunque no me guste el guirigay que hay detrás de la puerta". Esta frase vino a resumir el sentir de Cabaña el día de su adiós, en el que no quiso ahondar en la división socialista existente en la provincia y, por extensión, también en el grupo del PSOE en la Diputación gaditana, donde los griñanistas se han hecho fuertes en las últimas semanas. Pero el aún secretario provincial de esta formación política no quiso dejar más enemigos en su despedida, optando por la naturalidad para ceder a Irene García la portavocía socialista.

Cabaña no estuvo ayer solo. En un pleno que se hizo eterno, fueron llegando a cuentagotas dirigentes socialistas que quisieron estar a su lado en un día tan especial. Así, por el salón regio fueron apareciendo, entre otros, Cristóbal Rivera, alcalde de Setenil y que fue ocho años diputado provincial junto a Cabaña; Yolanda Peinado, delegada provincial de Cultura; Fran González, concejal en el Ayuntamiento de Cádiz, o Carmen Chico, histórica dirigente socialista de la capital gaditana y a quien Cabaña designó presidenta provincial del PSOE cuando accedió a la secretaría general de este partido a finales del año 2000.

Todos ellos, junto a la inmensa mayoría de la Corporación provincial, despidieron a Cabaña primero con una ovación y luego con un abrazo o apretón de manos al terminar su intervención, que puso el punto y final al pleno. Y si no fueron todos los que se sumaron a la fiesta fue porque Pilar Sánchez, ex alcaldesa de Jerez y enemiga acérrima y confesa de Cabaña, prefirió abstenerse de hacer el paripé.

Y aunque Cabaña huyó en todo momento de darle una emotividad especial a su adiós, fueron visibles los semblantes de tristezas en algunos diputados provinciales, en especial de los cuatro que le han sido fieles hasta el último minuto, es decir, Federico Pérez Peralta, Olga González, Alfonso Moscoso y Gemma Araujo. Unos mirándole a él y otros oteando el techo del salón regio siguieron una intervención en la que Cabaña hizo su enésima defensa de la política local, del munipalismo y de la labor de la Diputación en pro del desarrollo de los pueblos pequeños.

Tuvo tiempo también Cabaña de soltar un par de sus habituales ocurrencias irónicas, como cuando negó que él hubiera devorado a sus socios de gobierno en mandatos anteriores "porque si así fuera, habría intentado años atrás cerrar un acuerdo de coalición con el PP". Y también provocó la risa cuando explicó que no quería alargar su despedida "porque tengo prisa por llegar al Congreso para votar en contra de los Presupuestos Generales del Estado".

Tras agradecer la labor de todos los funcionarios de la Diputación y de los integrantes de los diferentes grupos políticos que han coincidido con él en estos 17 años, Cabaña cerró esta etapa de su dilatada trayectoria política con la conciencia, dijo, muy tranquila "porque he hecho todo lo que he podido, aunque posiblemente podría haber hecho más".

A partir de ahora, y tras cambiar las tortugas que jalonan la fuente de la plaza aledaña a la Diputación por los leones que presiden la entrada al Congreso, González Cabaña podrá dedicarse de lleno a su labor como diputado nacional y como primer teniente de alcalde de su pueblo, Benalup-Casas Viejas. Pero antes, tendrá que afrontar una nueva tarea que se presume mucho más complicada: preparar su relevo en la secretaría general del PSOE de Cádiz. Ahí sí que no hay atisbo alguno de bandera blanca.

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