La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Ni xenofobia ni buenismo

La expulsión del asesino estaba frenada desde el año pasado "por culpa de los trámites administrativos"

Es mentira que todos los musulmanes sean islamistas ("perteneciente al integrismo musulmán") y potenciales terroristas yihadistas. De ser así, dado que son unos 1.800 millones, los europeos estaríamos aún defendiéndonos de sus invasiones como entre el 711 y 1683, forzados a convertirnos o muertos. Es mentira que la convivencia entre los musulmanes y otras confesiones sea imposible. Pero es igualmente mentira que no exista un grave problema de integración de inmigrantes y crecimiento del yihadismo o que los atentados islamistas estén perpetrados por lobos solitarios: están ligados a un tronco integrista común y se han producido en todos los continentes del mundo siguiendo patrones idénticos.

Entre estas dos mentiras vivimos. Las primeras culpan a todos de las acciones de unos cuantos fomentando la xenofobia, como ha hecho Abascal. Las segundas prefieren utilizar eufemismos, como han hecho Sánchez y Feijóo en sus comunicados utilizando "fallecido" en vez de "asesinado", optar por el buenismo que agranda los problemas al negarlos o resignarse afirmando que hay que acostumbrarse a convivir con el terrorismo yihadista aceptando que cada cierto tiempo provoque miles, cientos o decenas de víctimas en una única acción o perpetren asesinatos individuales.

El crimen de Algeciras tiene una causa -el asesino gritó "Alá es grande"- y precedentes no sólo en África, donde tantos sacerdotes, religiosos y fieles son secuestrados o asesinados, también en Europa: "el martirio del padre Jacques Hamel está probado: hay una muerte violenta por odio a la fe cristiana" ha dicho el postulador de la causa de beatificación de este sacerdote francés degollado por dos yihadistas mientras celebraba misa en Saint-Étienne-du-Rouvray (Ruán). En el caso de Algeciras este odio está testimoniado por los testigos.

Las fuerzas de seguridad actúan con eficacia. Toca que lo hagan los políticos y la justicia, pese a lo complejo de la cuestión, desarrollando más eficaces políticas de integración, combatiendo la inmigración ilegal y acelerando los mecanismos de expulsión (el asesino de Algeciras está en situación irregular y pendiente de su expulsión de España, frenada desde junio del año pasado "por culpa de los trámites administrativos" pese a que -informa Onda Cero- "estaba en el punto de mira de las fuerzas de seguridad debido a su radicalización"). Ni xenofobia ni pasividad ni ciego buenismo.

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