En tránsito
Eduardo Jordá
¿Por qué?
A L misántropo pocas miserias le sorprenden pero, una vez se despliegan ante sus ojos, a uno le entra complejo de antropólogo ante un escarabajo pelotero, o de dios de tercera viendo a sus criaturas: "Míralo, allá va, allá embiste el animalico". Por ejemplo, los chivatos. Los delatores (palabra que otorga al señalamiento un halo sofisticado). Siempre los ha habido: la Stasi no creció solita; la Alemania nazi hubiera sido un imposible sin las delaciones; por no hablar de esa orgía de débitos al infierno que fue nuestra Guerra Civil. ¿Cómo pudieron?, nos hemos dicho tantas veces, con boquita de piñón y ojos pasmados. Pues bien, sólo han hecho falta dos semanas metidos en casa para que lo mejor de cada ídem haya dedicado su tiempo a fisgar tras los visillos, ese gran clásico, y correr a humillar y señalar, sin saber, a la mínima ocasión. Que dónde estaban los monstruos, nos preguntamos. Pues parece que agazapados tras los balcones.
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