El vestíbulo fantasma

Con los fondos europeos para reactivar la economía no podemos derrochar el dinero como hicimos en el pasado

La mayoría de gaditanos desconoce el impresionante vestíbulo de la estación de trenes de Cádiz. Es tan espectacular, que parece imposible no verlo. Sus casi 2.500 metros cuadrados -sin contar su generosa entreplanta, donde un día se especuló con ubicar unos cines- hace 15 años que están listos para su estreno, pero nadie ha puesto aún un pie en su interior. Adif apostaba entonces por convertir las estaciones en grandes espacios comerciales y lugares de encuentro, como Santa Justa. Y esta idea se proyectó en Cádiz finalmente como un mercado gastronómico que iría en la antigua estación, para acceder desde ésta al hermoso vestíbulo, que costó 11 millones de euros, y desembocar a continuación en la envidiable cabecera de andenes. Eran tiempos en los que se repartían 'cheque bebé' de 2.500 euros a la vez que se construían aeropuertos por donde jamás pasaría aviones y autopistas radiales por donde nunca habría tráfico. Tiempos en los que se hacían estaciones de cercanías dignas de un AVE porque no sabíamos qué hacer con el dinero que llegaba de Europa: ahí siguen durmiendo los 100 millones de lo que iba a ser la plataforma logística de Las Aletas. Con todo el suelo disponible que existía antes y ahora, lo que Cádiz necesita son empresas para diversificar su tejido industrial con nuevas inversiones que generen empleo de calidad. Pero nuestros dirigentes se volvieron tan locos en aquel tiempo, que para reactivar la economía surgieron iniciativas disparatadas como el Plan E de Zapatero, con el que se invirtieron miles de millones en aceras a ninguna parte, centros cívicos imposibles de mantener y rotondas, muchas rotondas.

La crisis financiera de 2008 frenó el plan de Adif en Cádiz. Pero tras lo peor de la pandemia, Barceló ha retomado la idea de levantar un hotel de seis plantas sobre la cubierta del vestíbulo. También se ha reactivado el plan del mercado gastronómico y el Ayuntamiento quiere adornar el exterior con un parque donde ahora aparcan centenares de coches. Si nada se tuerce, el mercado podrá inaugurarse a finales de 2022, y el hotel no habría de tardar mucho más. En total, habrán pasado 20 años, como con Las Aletas. Y estas experiencias han de servirnos para no repetir los mismos errores con los 140.000 millones que recibirá España de los fondos europeos para reactivar la economía de pymes y empresas. Antes que actuar a tontas y a locas desempolvando proyectos absurdos y sonrojantes, como se hizo con el Plan E, cuando a los ayuntamientos apenas se le concedió tiempo para presentar sus iniciativas, la Administración tendría que analizar en qué gasta cada euro con ideas transformadoras. Cada empleo que se creó gracias al Plan E, cuando el Gobierno pensaba que el dinero público no era de nadie, resultó carísimo. De esta suerte, hoy toca consensuar entre todos las prioridades para no caer de nuevo en el derroche de antaño. Nos jugamos el futuro .

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