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Tres torres y seis cofradías

Santa María tiene méritos para que lo consideremos como el barrio más cofrade y santificado de Cádiz

Tres torres y seis cofradías hay en mi barrio de Santa María. Esto lo podría decir un pregonero y colaría. Porque el barrio tiene las torres de la Merced, Santo Domingo y Santa María. Y tiene ya seis cofradías de penitencia, de ellas tres en la Merced (Sentencia, Siete Palabras y Nazareno de la Obediencia), dos en Santo Domingo (las Cigarreras y la Santa Cena) y una en Santa María (la del Nazareno), Además, en ese barrio reciben culto la Virgen del Rosario, patrona de Cádiz, y el Nazareno, regidor perpetuo de la ciudad. Tiene méritos para que lo consideremos el barrio más cofrade y más santificado de Cádiz. En competencia con el Pópulo, que mantiene en la parroquia de Santa Cruz, la Catedral vieja, a cinco cofradías (Sanidad, Medinaceli, Perdón, Santo Entierro y Aguas), convirtiéndose así en el templo con más pasos de Cádiz.

Sin embargo, lo importante no es el record Guinness de los pasos, a nivel local. Lo importante es que Santa María, el barrio con más cofradías, fue también el barrio más rojo de Cádiz, el más flamenco y el más pobre en algunos momentos históricos. Todo eso no es por casualidad. Demuestra que si los pobres son los preferidos del Señor (que se refería constantemente a ellos en sus predicaciones), también los pobres se han sentido representados en la fe expresada a través de las cofradías. La gente sencilla y humilde las acogió, fue tras sus pasos, y acudió a Santa María, a la Merced y a Santo Domingo a rezar a sus imágenes sagradas.

Por centrarnos en las más antiguas, hoy salen el Señor de la Salud y la Virgen de la Esperanza. Cuatro imágenes han representado a la Esperanza, hasta llegar a la actual, obra excelente de Luis Álvarez Duarte, una de las más bellas dolorosas que hay en Cádiz. Al Señor y a la Virgen les cantaron muchos años las cigarreras cuando pasaban por delante de la Fábrica de Tabacos, en la calle Plocia, y les rezaban en la intimidad del templo. Al Señor de la Sentencia también le cantaban saetas muchos vecinos del barrio de Santa María. Fue la cofradía de los estudiantes, pero también de vecinos marginados, que encontraban en el Señor injustamente condenado el espejo en el que reflejar sus penas.

Y qué decir del Nazareno y la Virgen de los Dolores bajando por la cuesta de Jabonería en la noche del Jueves Santo. O volviendo por calle Botica en el amanecer del día luctuoso. Al llegar la aurora, se rompían las gargantas desde las rejas de la cárcel, para implorar con saetas al Nazareno. No son sólo tres torres y seis cofradías. Es un barrio, donde Jesús sabe que tiene su casa.

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