La súper pereza

Una de las mejores energías renovables de la naturaleza (humana) es la pereza

Loar la pereza no me da pereza. La he puesto siempre por las nubes, pero poniéndole los cuernos. Diciendo que está para vencerla o contando lo infalible que es ella para detectar cuál es el deber nuestro de cada momento. Aquello que menos nos apetece hacer es lo que debemos estar haciendo. Sin embargo, hoy quiero cantar a la pereza que se impone. A la pereza vencedora. A la más poderosa.

Partiré del caso real que me ha inspirado. He llegado a casa tarde y muy cansado. Por lo visto, había prometido a mi mujer que esta noche montaría la nueva mesa de estudio de mi hija, que había llegado perfectamente troceada, con bastantes planos y más tornillos y tuercas, como llegan ahora estas piezas. Yo había olvidado del todo mi promesa, pero la discusión previa en mi casa había sido si la cumpliría o no. Mi mujer dudaba mucho y mis hijos estaban seguros de que me atendría a la palabra dada. No me quedaba, por lo tanto, otra que cumplir. No se sabe qué es mejor, si desengañar a una esposa escéptica o cumplir las expectativas de unos hijos utópicos. Por una cosa y por la otra, me puse con ganas.

Y como no hay dos sin tres, sobre todo me puse por pereza. Tenía que corregir exámenes y escribir este artículo, acabar otro y empezar, ay de mí, un tercero, tan retrasado lo llevo todo. O sea, que me puse a montar la mesa con un entusiasmo que dejó completamente asombrada a mi mujer, e incluso a mis hijos. Ni ellos esperaban tanto.

Ignoran los súper poderes que otorga la pereza… para hacer aquello que no toca, para despistarte. La pereza es la mayor fuerza centrífuga del planeta.

Los ingenieros que se dedican a las renovables tendrían que estudiar cómo sacar energía verde de la pereza humana. He visto hacer el triple de trabajo para no hacer el trabajo suyo de verdad (que es el que les daba pereza). Han dado muchas más vueltas que un molino de viento y mucho más rápido.

Mientras los ingenieros dan con la manera de rentabilizar esa potencia de la naturaleza, nosotros ya podemos. Si además del deber, tenemos otros objetivos, cuando no deberíamos estar trabajando en ellos, podemos trabajar en ellos y, en volandas de la pereza, los haremos más contentos y aplicados que nunca. Yo odio montar muebles y un destornillador me da jaqueca de lejos. Sin embargo, la mesa rompecabezas de mi hija ha quedado a la más entera satisfacción de mi familia. Los editores y sus plazos perentorios ya son otra cosa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios