Los sudores de Cádiz

Soy partidario de la demolición de la Aduana porque lo que tapa ese edificio es mucho mejor que lo que ofrece

Debe ser que como es una ciudad vieja, todo va lento, como si a Cádiz le doliera el costao cada vez que hace un movimiento. Con tanta humedad y tres mil años de historia, la ciudad tiene artrosis y todo le duele, por eso, digo yo, es tan reacia a los cambios.

Un ejemplo claro de todo esto es el proyecto de la remodelación del entorno de la estación de trenes, una de las zonas del casco antiguo de Cádiz de las que se podría sacar mucho partido sobre todo si tenemos en cuenta que es lo primero que se encuentran muchas personas que llegan a la ciudad.

Aunque ahora no es el momento, la ciudad tendrá que seguir confiando en el turismo, en su condición de ciudad agradable, como uno de sus modos de vida para el futuro, por lo que aprovechar esta oportunidad parece fundamental.

Cualquier cuestión en esa zona está costando sudores. Los edificios de servicios que se iban a construir en la zona contigua a Astilleros, la nueva carretera, el hotel que se ponía encima de la estación, el mercado gastronómico que va en la antigua estación y… la Aduana. Creo recordar que todo esto comenzó a gestarse en la década de los 90, con lo que ya llevamos liaos 30 años.

Ahora parece que de nuevo lo de tirar el edificio de la Aduana va para delante. No soy especialista en arquitectura ni en arte así que no sé qué valor tiene la construcción. Pero sí soy partidario de su demolición, porque lo que tapa es mucho mejor que lo que ofrece y no cabe duda de que la antigua estación de trenes, la visión que quedaría libre de su portada, es una preciosidad que vale la pena poder contemplar con mucha más claridad.

Estoy seguro también de que la demolición del edificio de la Aduana servirá para que el proyecto del mercado gastronómico vea la luz, porque de esta forma será mucho más visible. Las personas que defendían la continuidad de la Aduana han vuelto a activarse. Hay que respetar su opinión pero bajo mi punto de vista la construcción resta belleza al entorno.

Luego vendrá también lo de diseñar bien los jardines alrededor, la restauración de las murallas y cualquiera sabe qué problemas más, con lo que en el mejor de los casos lo menos nos quedan 20 años para que aquello funcione… si esto va a ritmo Cádiz. Desde luego a esta ciudad nunca le dará un infarto.

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