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El secretario de Pemán Antonio llaves La Iglesia diocesana le premió su fidelidad Lenguaje críptico para enviar cartas

Fundó el Nazareno del Amor junto a otros jóvenes, pregonó la Semana Santa y presidió el Consejo de Cofradías

SIEMPRE ha pasado por ser un hombre afable y sencillo, leal y comprometido con sus ideales y sus convicciones religiosas. Un señor, por resumir. Pero además es el depositario de muchos saberes de un tiempo de Cádiz. Y, por encima de su extensa labor en diversos ámbitos de la ciudad, siempre es recordado como el secretario de José María Pemán. Quizás el más fiel depositario de muchos de sus secretos y anhelos.

Antonio Llaves Villanueva (Cádiz, 1933) nació en una familia modesta. Vivió muchos años en la calle Rosario. Su padre era obrero de Astilleros, entonces todavía de Echevarrieta y Larrinaga; y lo siguió siendo cuando la empresa pasó a ser Consejo de Incautación de los Astilleros de Cádiz. Se jubiló como productor (según se decía entonces) en 1970. Su madre era ama de casa. Desde que era un niño que estudiaba en el colegio de la Mirandilla, Antonio supo que se debía esforzar en la vida. Aquellos años fueron difíciles. Nunca se le olvidará aquella estampa de 1947, el día después de la explosión de Cádiz, cuando paseaba con su padre por una calle Columela llena de cristales rotos.

A los 15 años, cuando era un buen estudiante, fue seleccionado para entrar como botones en el Banco Español de Crédito, donde trabajó hasta que cumplió la mili en la Escuela Superior del Ejército de Madrid. Al regresar a Cádiz, aprobó unas oposiciones y entró como administrativo en Astilleros, donde seguía su padre. De aquella época, uno de sus mejores recuerdos fue la boda con María José Estévez. El matrimonio tiene tres hijas (María José, Paloma y Lourdes) y seis nietos.

Desde muy joven, estuvo vinculado a las cofradías gaditanas. Fue Manuel Campe el hombre que le inspiró esa vocación. Así, Antonio Llaves, con apenas 18 años, fue uno de los fundadores de la cofradía del Nazareno del Amor, en 1951, junto con Eduardo Domenech, que tenía 19. Y lo hicieron con otros amigos como Rafael Franco, Leonardo Andamoyo y Manuel Pérez Blanco. Convencieron a Juan Cuadrado para que fuera el primer prioste (como se denominaba al hermano mayor). El grupo de jóvenes tenía mucha ilusión, pero necesitaba el apoyo económico de alguien solvente. Cuadrado fue propietario de La Riojana y La Innovación, dos históricos comercios gaditanos de aquellos años de posguerra. Era hermano de la cofradía de Piedad, pero accedió a integrarse con los jóvenes en la nueva hermandad.

La imagen del Nazareno del Amor, obra de José Rivera, ya estaba en San Francisco. Había sustituido a un Nazareno que se perdió en la Guerra Civil. Llegaron a un acuerdo con el superior, que era fray Luis Rodríguez San Román. El Nazareno del Amor salió solo desde 1952 a 1962. En 1963 salió por vez primera la Virgen de la Esperanza, una imagen que había pertenecido antes a la cofradía de Cigarreras. Fue donada por Eugenia Caramé, viuda de Luis Álvarez, autor de la talla. En aquella primera salida, los enseres fueron prestados por otras cofradías, como Cigarreras, Rosario, etcétera.

La vida de Antonio Llaves cambió cuando José María Pemán le propuso que fuera su secretario. Había fallecido el anterior, Joaquín Coello, y necesitaba una persona de confianza. El escritor le conocía por su vinculación con la Juventud de Acción Católica, que tenía su sede en la capilla del Pópulo. Pero, al principio, tuvo dificultades, porque trabajaba en turnos de mañana y tarde en Astilleros. Pemán era muy estricto: escribía durante las mañanas, y por las tardes acudía a reuniones y conferencias, al cine, o se dedicaba a preparar obras de teatro, una de sus grandes aficiones.

Llaves cumplió las labores de secretario personal de Pemán durante 24 años, hasta el fallecimiento del escritor en 1981. Le ayudó a organizar su biblioteca, en la que reunió 16.000 volúmenes. Fue instalada en los bajos de la casa, que en otros tiempos había acogido un despacho de billetes de Renfe y de loterías. En ese periodo le copiaba los artículos que Pemán escribía en ABC y en revistas como El Mundo Ilustrado y Triunfo. Asimismo era importante la correspondencia política que mantenía, y no sólo en los años que Pemán presidió el Consejo Privado del Conde de Barcelona. A las visitas de Estoril, le acompañó Antonio en dos ocasiones. Entre las muchas personalidades a las que escribía cartas, estaba Rafael Alberti, en sus años del exilio. Pemán hizo gestiones para que Alberti pudiera volver a España, pero no fue posible hasta la amnistía que siguió a la muerte de Franco. Ambos escritores mantuvieron esa amistad. Rafael le envió una carta de pésame cuando murió María del Carmen Domecq, esposa de Pemán, a la que había conocido en su juventud, antes del exilio, y la calificaba "como una chiquilla para no olvidar".

Antonio Llaves cree que una de las mejores épocas de Pemán fue la de principios de los años 70. El escritor organizó conferencias sobre temas políticos en el Colegio de Médicos, a través del Círculo Balmes. Entre los asistentes, solía haber una pareja de policías, que informaban sobre esos actos.

Años después, en 1997, Antonio Llaves y Manuel Bustos fueron los comisarios de la exposición sobre Pemán que se organizó en la Diputación, con motivo del centenario de su nacimiento. A esa exposición vinieron los Reyes. Don Juan Carlos le había concedido el Toisón de Oro al escritor, en 1981.

Además de ser secretario de Pemán, Llaves volvió a la banca. Primero estuvo en el Banco de Andalucía. Después, en 1973, abrió oficina en Cádiz el Banco Atlántico, en el que permaneció durante 20 años, hasta su jubilación laboral.

No se puede entender una biografía de Antonio Llaves sin resaltar sus sólidas convicciones católicas, que le han llevado a ser un hombre de Iglesia y un fiel colaborador del Obispado de Cádiz. Desde 1978 hasta 2012, fue secretario del Consejo Diocesano de las Finanzas de la Diócesis. También ha sido presidente de la Adoración Nocturna al Santísimo, cuando la Santa Cueva era sede independiente del Rosario, y tenía como rector al canónigo José Benítez Duarte. En esos años, bajo los auspicios de María Pemán, fueron restaurados los cuadros de Goya.

Pronunció el Pregón de la Semana Santa de Cádiz de 1996, en el Teatro Falla, que registró un lleno total. También ha sido pregonero de la Esperanza del Amor (en 1984) y de la Virgen del Rosario, Patrona de Cádiz (en 1991). Gracias a su empeño, se fundó la Asociación de Pregoneros de la Semana Santa, que sigue presidiendo.

En 2003 fue presidente del Consejo de Cofradías de Cádiz, cargo en el que sucedió a Evelio Ingunza cuando se presentó a las elecciones municipales. En ese periodo se aprobaron nuevos estatutos. También pertenece a los Caballeros Hospitalarios. Fue condecorado en 2012 con la Cruz de la Orden de San Gregorio Magno, junto a Manuel Cerezo, en un acto al que asistieron tres obispos: Rafael Zornoza y sus antecesores Antonio Dorado y Antonio Ceballos.

En los últimos meses, lleva una vida tranquila, siempre rodeado y hasta venerado por su familia. Con admirable esfuerzo, ha superado dos ictus. A pesar de esos problemas de salud, sigue atento a todo lo que ocurre en su ciudad, a la que tanto ama. Antonio Llaves ha vivido muchas historias de Cádiz. Es un hombre consecuente y entero, que sabe distinguir las voces de los ecos. Es leal con todos, y también consigo mismo.

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