HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

Los samaritanos

TODAVÍA, como en los tiempos bíblicos, los samaritanos no están bien vistos por nadie en su tierra, ni por judíos ni palestinos. Supongo que entre los cristianos sí después de la samaritana evangélica y de la parábola del buen samaritano, pero para los judíos son una secta aparte. Samaria fue una fundación hebrea, en un lugar donde vivía una pequeña población cananea ya incorporada a la ley mosaica. La complicación empieza, si no había precedentes, durante la cautividad de Babilonia. Los samaritanos notables son deportados y el territorio colonizado por asirios y otros elementos extraños al pueblo judío. Se mezclan entre ellos y, aunque siguen adorando al Dios de Israel, adquieren costumbres contrarias a la pureza religiosa judía. Cuando vuelven los desterrados que quisieron volver, no admiten a los samaritanos en la comunidad israelita, aunque éstos se sigan considerando judíos y participen en el culto del templo.

Desde entonces viven aislados como una secta impura, contaminada de cultos extranjeros. Se consideran muchos a sí mismos los verdaderos y más antiguos judíos, pero no les ha servido de nada. Con los palestinos no se pueden casar porque las autoridades religiosas lo prohíben y con los israelíes tampoco por lo dicho de la heterodoxia. Para colmo su lengua natural es el árabe. Se casan entre ellos una generación tras otra, de modo que la pequeña comunidad samaritana se ha ido debilitando, además de que hay más hombres que mujeres. Su jefe, Sadaqa, de 82 años, ha propuesto a su comunidad hacer un llamamiento a mujeres del mundo que, sin ser judías de etnia, quieran serlo de religión y acepten las normas del matrimonio samaritano, que son estrictas. La edad de Sadaqa y el riesgo de extinguirse, ha inclinado al grupo a aceptar la proposición. Unas pocas mujeres han llegado ya y están siendo instruidas para ser buenas samaritanas.

Obedecer al marido y preservar la religión son los principales deberes de las samaritanas. Y luego una serie de rituales con las comidas y su elaboración, en los partos, durante la menstruación y otros detalles puntillosos que también los tienen los árabes y los judíos ortodoxos. De todos modos, parece una comunidad bastante liberal: jóvenes de ambos sexos van a la universidad con los palestinos, visten según la moda europea y tienen bastante libertad para expresarse. No obstante, la observancia de las normas religiosas es fundamental para preservar la identidad samaritana, más que la de la sangre, porque, según creen, ellos ya estaban allí cuando entró Josué. Tanto hablar de judíos y palestinos, de Tierra Santa y de los Santos Lugares y los cristianos que los cuidan, nos habíamos olvidado de los samaritanos, que tan buenos ejemplos nos dan en los evangelios.

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