Parece que al Cádiz todos los recursos se le vuelven en su contra. Siguiendo con la tradición netamente gaditana, el club ha vuelto a perder una de esas alegaciones para solicitar que se retire una tarjeta amarilla. En fin, puestos a elegir, aunque no sé qué pensará el entrenador, prefiero a Fleurquin en el partido contra el Puertollano que en el encuentro del domingo, en Carranza, contra el Ceuta. Quizás pensaban que si ganaban el recurso, el centrocampista uruguayo podría estar en los dos partidos. Pero se perdió el recurso.
Piensa uno que si el Cádiz tuviera razón, al menos alguna vez, ganarían sus argumentos, algo que no ocurre de manera habitual. El ejemplo más claro, y el más doloroso, fue el recurso planteado por el ya triste partido frente al Hércules. Los juristas del Cádiz mantienen que tienen razón, pero por tres veces las instancias deportivas han rechazado sus argumentos.
Ahora queda la otra justicia, la vía ordinaria, una salida que no suele gustar a los estamentos federativos pero que el Cádiz tiene en el horizonte en caso de que no pueda ir al ya famoso TAS. Es evidente que sería muy aventurado, y además una temeridad, asegurar que tampoco la justicia ordinaria le dará la razón al Cádiz. Imagino que el club y sus juristas se habrán asesorado bien, muy bien, para no hacer de nuevo el ridículo en los tribunales de España.
A lo mejor, quién sabe, es el momento de plegar velas, reconocer de una vez por todas que el descenso deportivo se mereció con todas las de la ley y admitir, aunque es verdad que las normas están para cumplirlas, que ni Kiko Femenía despejó un balón cuando ya entraba en su portería, evitando la victoria amarilla, ni contribuyó de manera decisiva al empate de su equipo dando él mismo la asistencia del gol. Muchos tuvieron en sus manos evitar que el Cádiz llegara a Alicante necesitando los tres puntos. Pero no lo hicieron. Hubiera bastado con marcar un gol al Sevilla B. Eso sí fue de juzgado de guardia.
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