No nos bastaba con las armas nucleares, con las guerras químicas, ¡con optar voluntariamente por no vacunar a los niños!, los humanos nos superamos siglo a siglo, año a año, en ese afán de contradecir al instinto de supervivencia y provocar nuestra propia extinción. En la Cumbre del Clima celebrada en Madrid ha quedado más que claro –claro como el agua que aquí dejará a Plocia en primera línea de playa– que la pose se impone al fondo, que ya se pueden secar las gargantas de activistas y científicos –como los ríos en el interior de este país– que los mandatarios del planeta no se toman el mensaje en serio o, quizás, es que saben que nadie quedará aquí cuando acabe todo. Al menos en España, donde el pasado año se registró la cifra más baja en nacimientos desde hace 20 años. Quizás se trata de un milimétrico plan de desalojo que comenzó hace tiempo ahogando nuestro bolsillos antes que nuestros cuellos.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios