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La penúltima carta de Teresa

Abascal vino a Cádiz pero no habló de Andalucía, ¿alguien se imagina a Sánchez en Cataluña hablando de Albacete?

Teresa Rodríguez presentó el artefacto político con el que se presentará a las elecciones con un discurso un pelín trasnochado y una mentira piadosa: "Airbus nos lo cerraron porque no teníamos un partido andaluz". Ójala fuera nuestro único problema, pero antes de que ella naciera, los andalucistas ya llegaron al Congreso, pusieron nervioso al mismísimo Pujol con grupo propio en el Parlament, gobernaron Andalucía, conquistaron importantes alcaldías, y ni por ésas. La deslocalización de nuestra industria y el declive de los astilleros llegó en plena efervescencia del PA y nadie hizo nada. Esta comunidad no se hizo valer ni con los socialistas al frente de la Junta tras robarle la tostá a los andalucistas apropiándose de sus señas de identidad casi sin despeinarse. Hay que admitir que tuvieron mala suerte, porque tropezaron con un tal Felipe y un tal Guerra que jamás perdieron su acento andaluz. El duelo a garrotazos entre Pacheco y Rojas Marcos y el terreno libre que dejó el centro derecha también se lo puso en bandeja al PSOE. Y pese a ser esta tierra esencial para tomar La Moncloa, los socialistas andaluces no aprovecharon su historia para contar hoy con el peso del PSC o el de sus colegas vascos y gallegos, por ejemplo. Hasta Santiago Abascal es consciente del poder de Andalucía en las urnas y no en vano se vino a Cádiz a pasearse el 1 de mayo. ¿Pero habló acaso de nuestras cosas? ¿Trajo algún pan bajo el brazo para transformar la realidad gaditana? Nada más lejos. ¿Alguien se imagina a Sánchez en Cataluña hablando de Albacete? ¿Y entonces por qué permitimos que las andaluzas se conviertan en un campo de batalla nacional? Es un misterio cósmico digno de J. J. Benítez.

La líder anticapitalista ahora apuesta, de la manera más insospechada, por un sentimiento andalucista casi inexistente en dura pugna con Andaluces Levantaos, heredero del antiguo PA. Quiere una voz propia para Andalucía desde un movimiento "feminista" y "de izquierdas". Basta analizar la política de pactos de los nacionalistas vascos y catalanes -lo mismo con el PSOE que con el PP que con el diablo- para entender que a los nacionalistas les sobran las etiquetas para lograr su objetivo, que no es otro que obtener la mayor tajada de los Presupuestos del Estado. Te llames Teruel Existe o sigas a los regionalistas cántabros, cuanta más amplia sea la base, mejor. Pero Teresa no lo ve así. Ya veremos si es ese animal político que todos ven en ella o no con este giro tan arriesgado. Por ahora, desconocemos qué recetas aplicaría para situar Andalucía donde le corresponde por población y territorio, ya que cuando Rodríguez pudo gobernar este país con Podemos y el PSOE, los anticapitalistas, siempre tan auténticos, pegaron la espantá porque los podemitas ya no eran lo suficientemente puros para su catecismo. Teresa quiere resucitar una base electoral que se evaporó tras ser traicionada. Más le vale tener éxito, porque se juega su penúltima carta con un andalucismo en horas bajas.

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