Manolo / Morillo

La parroquia de San Joaquín cumple su primer centenario

CON motivo del primer centenario de la inauguración de la parroquia de San Joaquín de El Puerto de Santa María, se va a presentar en breve un libro recordatorio de esta efeméride cuyo autor es el porteño Luis Alba Medinilla. Para despejar el camino a esa presentación, hoy, traemos a estas páginas de Diario de Cádiz unos pequeños apuntes extraídos de la amplia recopilación de datos realizada por su autor de cómo se gestó el nacimiento de la popular Parroquia.

En el encabezamiento del Libro Primero de Bautismos figura una nota manuscrita del primer cura párroco que la dirigió, el reverendo Salvador Martín Rodríguez, que dice textualmente: "Se inauguró la parroquia en el día 1 del mes de noviembre de 1911. Salvador Martín". Y esta misma nota se repite en el encabezamiento del Libro Primero de Matrimonios, en el de Defunciones y en el de Confirmaciones.

Los antecedentes a la misma se sitúan en el 4 de septiembre de 1728, día en el que se celebró la primera misa en una sala baja de unas casas cedidas al efecto en la calle Cielos frente a la de Ginés de la Fruta, constituyéndose como ayuda de parroquia de la Iglesia Mayor Prioral. Los promotores de la construcción de la iglesia de San Joaquín fueron Francisco Moreno, vicario de la Prioral, y el reverendo Pedro Ambrosio Rodríguez Villarello, capellán del Convento de la Reverendas Madres Capuchinas.

Ambos personajes solicitaron licencia de construcción al, todavía en aquellas fechas, conde de El Puerto de Santa María, Nicolás Fernández de Córdoba y de la Cerda, marqués de Priego y duque de Medinaceli, que la otorgó en Madrid el 21 de diciembre de 1728. La construcción de esta primitiva iglesia se sufragó a costa de limosnas y se inauguró en el año 1737 según publica en su Historia de El Puerto Anselmo José Ruíz de Cortázar. Durante casi dos siglos se mantuvo la labor de esta iglesia auxiliar del señor San Joaquín hasta el momento en que fue elevada al rango de parroquia independiente el día 1 de noviembre de 1911, año en el que se inició su actividad pastoral.

Las nuevas instalaciones nacían con un impedimento de envergadura que a la postre resultaría definitivo para su posterior desarrollo. La vieja iglesia auxiliar de la que apenas existen datos contrastados tenía una característica bien conocida y era la de su pequeñez, heredada de sus primeros tiempos; era poco más que una ermita que la hacía inviable como nueva institución parroquial destinada a la atención religiosa de la mitad de la población de El Puerto.

Tras algunas vicisitudes de localización por mor del poco espacio (estuvo hasta 1917 en la entonces iglesia de San Juan de Dios, sita en la calle Luna número 11, donde hoy día se ubica la Congregación de Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús), volviendo ese mismo año a su sede en la llamada calle Federico Laviña (hoy Cielos) que fue remodelada a través de la iniciativa de un parroquiano que costeó las obras, aunque su espacio vital no quedó con la capacidad que realmente se requería para la ocasión.

Finalmente y bajo los auspicios del cardenal Eustaquio llundain, el día 23 de mayo de 1927 se cierra nuevamente la parroquia para realizar las obras de ampliación definitivas que con más o menos reformas ha llegado hasta nuestros días. Durante el periodo de obras se habilitó para parroquial la iglesia del Convento de las Reverendas Madres Capuchinas, teniendo lugar la inauguración de la nueva parroquia un año más tarde -el domingo 9 de junio de 1928- sin el retablo que actualmente luce el altar mayor.

Con la Guerra Civil de por medio y una posguerra que marcó a sangre y fuego el devenir de varias generaciones de españoles, es en 1945 cuando se empieza a tener noticias del proyecto de retablo mayor que el párroco de la época -Manuel Salido- tenía anotado en su hoja de ruta, amén de aumentar en cuanto pudiera el valor patrimonial y artístico del recinto parroquial. El escultor elegido fue el porteño José Ovando, formado en la academia de bellas artes de Santa Cecilia y discípulo del afamado escultor Castillo Lastrucci. El retablo fue costeado en buena medida por la Hermandad de la Veracruz y por suscripción popular que se abrió en la ciudad, quedando inaugurado el 19 de marzo de 1947 con una misa solemne oficiada por el propio cura párroco y con la asistencia de las autoridades civiles y militares de la época, así como por una amplia representación de las hermandades de penitencia. Según palabras del profesor de Historia del Arte Francisco González Luque, la obra de Ovando funde los elementos arquitectónicos, escultóricos y ornamentales con gran acierto, logrando el ennoblecimiento del altar mayor de San Joaquín.

Un siglo da para mucho o para poco, según se mire, pero no cabe duda que la iglesia de San Joaquín ha estado inmersa y formando parte muy activa de las historias y vicisitudes de nuestra ciudad y sus habitantes en la última centena de años vividos.

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