Más allá de las lógicas condenas a las patadas en la puerta, indeseables, hay que preguntarse también por la actitud de las autoridades llamadas competentes, en este grave asunto de las ocupaciones masivas de viviendas en Sanlúcar. Ninguna de ellas ha conseguido ni siquiera aliviar este imparable goteo de gente que pierde su casa, otra gente que ocupa otras, promotores que las abandonan y bancos que ni siquiera se atreven a hacerse cargo. La trágica paradoja que representa el crecimiento paralelo de la cantidad de pisos vacíos y del número de personas sin sitio donde vivir es un rotundo fracaso de la sociedad, y de sus tribunos elegidos en todas las administraciones. Y tal vez, ahí, quién sabe, ante la inacción de quienes deben tomar decisiones, esté la raíz de que centenares de personas decidan pasar a la acción. Y no todos son pescadores en río revuelto.