La monja de Arcadi

Historia de Sor María de los Dolores Díaz, expulsado de su monasterio en Barcelona por no rezar por Puigdemont

No sólo es un gran escritor Arcadi Espada, es un extraordinario periodista. Es lo que pienso. La última muestra ha sido su artículo del domingo en El Mundo, donde suele. Se llama "Historia de una monja española" y trata de Sor María de los Dolores Díaz de Miranda, expulsada del monasterio de San Pedro de las Puellas, de la calle Anglí, de Barcelona, por no rezar durante las comidas por Puigdemont y otras zarandajas de nacionalistas. La Conferencia Episcopal española, el obispado catalán, el Vaticano mismo, de oficio, deberían, ayer mismo, haber tomado cartas en un asunto insoportable. Su expulsión definitiva, tras un período de pruebas fuera de la Comunidad, donde "Sor María Dolores anduvo durante seis meses por Barcelona, como una homeless de la fe", se produciría por una opinión unánime de la Comunidad religiosa. La abadesa, que se convirtió por Puig Antich, había militado en el Movimiento Ibérico de Liberación. A sus 74 años, ha visto en Junqueras y los presos del Procés, la imagen de Cristo preso y a punto de ser crucificado, quiero pensar. Hay que leer a Arcadi dos veces porque con una uno no acaba de creérselo. Desde este lado de la linde, claro. Pero de pronto he recordado a los más de 80.000 maestros y profesores que se vieron obligados a salir de Cataluña porque "el nacionalismo no discute, el nacionalismo vacía lentamente a los hombres por dentro y luego echa su pellejo por el sumidero. El bullyng patriótico." La monja de Arcadi es una monja española que, por la Providencia recaló en la calle Anglí, de Barcelona. Para su desgracia, con seguridad. Su santificación entró en colisión con una abadesa nacionalista que no permitía que no se rezara por Puigdemont, ese delincuente, ni por los presos golpistas. Pero sobre todo porque, también en este recóndito espacio del rezo y la contemplación, no se admite a una española, a alguien que tiene otros sentimientos, que siente que le salen las lágrimas cuando ve la bandera de España ondear en Oviedo. Ya está aquí la locura. Sin decirlo, lo ha dicho Arcadi Espada. En los años 90 me lo dijo un tío mío que, al jubilarse, había logrado salir de Barcelona, donde trabajó toda su vida. Respiraba profundamente antes de hablar de todo lo sufrido por estos nacionalistas tan bien descritos por Arcadi, los del bullyng patriótico. Tomábamos café en Las Tendillas, en una terraza. Había enviudado y era un hombre final, entristecido y, sobre todo, lleno de cicatrices por las heridas recibidas. Me habría gustado mucho que Arcadi lo hubiera entrevistado. No sólo son las monjas españolas, son los españoles las víctimas de esta locura.

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