Enrique García-Máiquez

León XIV

Su propio afán

10 de mayo 2025 - 03:05

Contagiadosde la aceleración de los tiempos, la tentación de los columnistas actuales es adelantar a los acontecimientos. Analicemos, mejor, lo que hay. Del cónclave salimos con claves. Para empezar, la atención fascinada del mundo por la magnética sensación de trascendencia que transmiten los ritos. Una Iglesia que de verdad quiera hablarle al mundo tiene que cuidar como oro en paño su riqueza litúrgica, artística y simbólica. Expósito y demás tertulianos de la COPE, durante la retransmisión de la elección, hacían votos por un Papa que siguiese rompiendo cosas (eso decían) para adaptarse al mundo; pero el mundo, indiferente a Expósito, admira lo que no tiene: la solemne belleza de la majestad. León XIV sí lo ha visto y ha salido al balcón con muceta roja, estola papal, cruz dorada colgada de cordón del mismo color y roquete rematado con puntillas hasta las rodillas. No es falta de humildad, sino todo lo contrario, porque como advertía Byung-Chul Han: “Quien se entrega a los rituales tiene que olvidarse de sí mismo”.

Durante el cónclave también se ha visto un interés unánime del pueblo fiel por el nuevo Papa. Obsérvese que el “gaudium magnum” es por “habemus papam”, antes de saber quién es. Si se tratase de una elección política enfrentada, los aplausos habrían esperado a ver de qué signo era el cardenal elegido. El fervor por adelantado es un detalle importantísimo.

Tiene explicación. Todo Papa asume el mensaje evangélico a través de una tradición milenaria. Margen no hay para experimentos y ay del que crea lo contrario. Por eso la Iglesia puede recibir gozosamente a quien venga a servir a los siervos de Cristo. El nombre que ha escogido el cardenal Prevost lo subraya. Leones ha habido trece antes que él, uno tras otro, desde el siglo V. Aunque se insiste en el último de ellos, autor de la oración a san Miguel, el guiño es a una continuidad, arrancando del primero, san León Magno, que paró los pies a Atila. León III coronó a Carlomagno. León IV defendió Roma de ataques sarracenos. Etc.

Sin olvidar a León XII, la especial resonancia del XIII, en todo caso, nos tiene muy ilusionados a los chestertonianos. El posicionamiento político de Chesterton y Belloc, entre otros, se inspiró en la encíclica Rerum Novarum, de León XIII. Alzó un camino propio frente al del socialismo y al del capitalismo. Todo esto es lo que hay. Lo por venir lo seguiremos celebrando, cuando llegue.

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