La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

El indulto que nadie quería

Los gestos de Sánchez hacia los independentistas (indulto, Código Penal, veto al Rey) suponen una claudicación

A NTES de intentar convencer a los españoles de que si se impedía al Rey Felipe VI viajar a Cataluña era por su bien, para protegerle, el ministro de Justicia, el sevillano-gaditano Juan Carlos Campo, anunció en el Congreso que el Gobierno iba a empezar a tramitar el indulto para los independentistas catalanes condenados por el procés.

Lo anunció sin que nadie se lo preguntara (la diputada secesionista a la que contestaba habló después de "bomba sorpresa") , al modo en que su jefe, Pedro Sánchez, sorprendió al hemiciclo anunciando un pacto con Bildu para derogar la reforma laboral del PP, pacto que rompió inmediatamente después por consejo de la ministra Calviño.

Hace más o menos un año Pedro Sánchez comentaba sobre la condena a los golpistas frustrados: no habrá indulto porque él es partidario de que cumplan íntegramente las penas y porque ni siquiera ellos lo han pedido. Como la relación de nuestro presidente con la verdad es abiertamente flexible -y con la palabra dada, manifiestamente mejorable- ahora toca tramitar el indulto que no se iba a dar y que no pidieron directamente los condenados, pero sí otra gente en su nombre, empezando por el abogado Jufresa, letrado de Javier de la Rosa y otros corruptos.

Dice el ministro que tramitar la medida de gracia es una obligación legal (la petición de Jufresa es de diciembre de 2019, ya ha tenido tiempo de tramitarla) y no significa que se vaya a conceder (afirmación ante la que la audiencia propende a la carcajada). No nos engañemos: la tramitación del indulto se hace para concederlo, igual que la reforma del Código Penal que se anuncia es para regular la sedición y la rebelión de modo favorable a los que dirigieron el más grave ataque a la Constitución desde el 28-F y lo mismo que se evita que el Rey vaya a Cataluña con la nueva promoción de jueces para no incordiar a los secesionistas cuando se intenta arrancarles su apoyo a los Presupuestos.

No digo que Sánchez haya asumido el proyecto de liquidar España e instaurar la república, pero cogobierna con unos que sí lo propugnan y negocia su actuación político-económica más importante con otros que ya lo han intentado y, más aún, que declaran que lo volverán a hacer. Dice que estos guiños suyos sirven a la distensión del conflicto, pero como todos estos gestos sólo favorecen a los jactanciosos, reincidentes y desleales, más que distensión es claudicación. No hay contrapartidas.

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