Nadie se puede imaginar que el Tribunal Supremo hubiera suavizado o reconsiderado ninguna de sus decisiones sobre los líderes del procés catalán, gobierno autonómico incluido, con la excusa del "grave daño político" que se hubiera infligido al país. Sin embargo, se tienen en cuenta las consecuencias económicas de la decisión de una de sus salas sobre el pago de impuestos por las hipotecas. ¿Quién se levantó un día de su sueño a las dos de la tarde y decidió quitarle la venda de los ojos a es señora tan seria que representa a la Justicia con balanza y todo?¿Qué taumaturgo decidió curarle la ceguera que todos alababan hasta entonces? ¿A qué dios sirve ese profeta? Ahora resulta que, según en qué casos, hay que quitarle un poco, o un todo, de vigencia a aquella vieja (a partir de ahora obsoleta) sentencia que reza, en solemne latín, dura lex sed lex. Que no es un anuncio de cristalerías.