Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

LÍNEA DE FONDO

Willy / Doña / Wdona@diariodecadiz.com

El himno, mejor sin letra

La letra elegida no daba la talla pero ha servido para desenmascarar a los que vomitan al escuchar su música

CONFIESO que hace ya una pila de años me convertí en partidario de buscarle letra al himno nacional de manera urgente. Los acontecimientos deportivos de índole internacional me inoculaban envidia a espuertas por culpa de esos rivales que marcaban el primer gol antes del pitido inicial por la manera de entonar, desgarrándose la garganta, el himno de su país mientras al otro lado los españoles simulaban un estado de concentración que no pasaba de pura hipocresía en muchos casos.

Al garete se ha ido ahora el loable intento del COE de dotar al himno de una letra que permita cantarlo sin caer en la vergonzosa utilización de un "chunda chunda" que suena a chirigota de las malas malas que te cagas. Reconozco que la letra elegida entre todas las presentadas no le llega ni a la primera corchea a tan brillante pieza musical, pero al menos ha servido para desenmascarar del todo a quienes los sones del himno español sólo les dan ganas de vomitar. Cortitos de entendederas, saltaron enseguida para cargarse la letra -daba igual la que fuera- los inevitables independentistas vascos y catalanes -¿por qué se denomina con el eufemismo nacionalistas a los separatistas de PNV y CiU?- además de los comunistas y sus satélites. Nada inesperado, aunque para lograr el apoyo de algunos de ellos haya solución. Los vascos dirán que sí a la letra si en ella se incluye la palabra autodeterminazioa. Los catalanes dirán que sí a cualquier letra si a cambio les embolsan un montón de millones de euros con los que engordar las arcas de la todopoderosa Generalitat. A la amalgama inconsistente de IU sí que no se la convence porque ahí se sigue pensando -¡en pleno siglo XXI!- en clave de himno de Riego. Eso sí, no pasa de ser una mosca cojonera a la que cada vez le queda menos kilómetros de vuelo.

Arrojo la toalla, rectifico y me alineo con quienes apoyan que el himno siga sin letra. Me ha convencido una frase de Luis Aragonés: "A mí se me ponen los vellos de punta escuchando la música del himno". Sabio.

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