Laurel y rosas

Juan Carlos Rodríguez

La guerra del fenicio (III)

La frase más repetida es: “Todo el mundo lo sabía”. Con esa evidencia se ha recibido, y sin apenas sorpresas, el anuncio del posible hallazgo del templo de Melkart en la desembocadura del caño de Sancti Petri, entre las orillas de Chiclana y San Fernando, inmediato a la punta del Boquerón. En lo que, desde hace décadas, se conoce como el “entorno del islote de Sancti Petri”, y frente a otras tesis que lo imaginan, por ejemplo, en el cerro de los Mártires. La disputa que le ha seguido, el duelo bajo el sol de arqueólogos y catedráticos, entre universidades y administraciones, está muy bien definido en lo que Raúl Asencio define como “la guerra del fenicio” (JAS Arqueología, 2020). Desde Sancti Petri, desde Chiclana, asistimos incrédulos a lo que no tiene más vuelta de hoja, más allá de láser aéreo LiDAR o los innovadores análisis fotográficos: hay que sumergirse en una verdadera búsqueda.

Mientras que no se encuentre en otra parte –que es improbable– el templo del dios de Tiro y de Gadir, que a la vez es historia y leyenda, verdad y sueño, estará aquí, donde siempre lo hemos imaginado: entre ese vértice que es el islote de Sancti Petri, la Punta del Boquerón y el escollo de Rompetimones, en este entorno bajo el agua del caño, frente al Atlántico, antes de adentrarse en la marisma de la Bahía de Cádiz. Esta es la hipótesis del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla y del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, que han detectado “estructuras de gran interés arqueológico” que pudieran corresponder al templo: “Con la presencia de posibles espigones, edificios de gran tamaño e incluso de una posible dársena portuaria cerrada”, según los investigadores Ricardo Belizón Aragón y Antonio Sáez Romero.

El profesor Sáez Romero es también autor, junto al arqueólogo Francisco Carrero Ramírez, de una investigación más que interesante: “Coto de la Isleta (Chiclana, Cádiz). Nuevos datos y perspectivas sobre el poblamiento romano de la zona sur de la Bahía de Cádiz” (Spal, 2018). Y en el que defiende, por ejemplo, que en el Coto de la Isleta, en plenas marismas de Sancti Petri, hubo en época tardorromana “un asentamiento tipo villa”, dedicada a actividades pesquero-conserveras y salineras, además de agrícolas, vinculadas al inmediato templo del Hércules Gaditano, la adaptación romana del Reshef-Melkart fenicio.

“Poca duda cabe también de que la orientación hacia el sur del edificio, en conexión visual con la desembocadura del caño de Sancti Petri –y por tanto con el templo de Hércules Gaditanus– no debe obedecer a la casualidad, y denota una relación fluida entre ambos focos de poblamiento”.Todavía más sugerente es la posibilidad de que este en este “yacimiento excepcional” podría identificarse con el topónimo “Ad Herculem”, citado en el Itinerario de Antonino (siglo III d.C.) y que estaría en el tramo inicial de la vía costera que unía Gades y el templo. “De ser cierta esta identificación, establecería una conexión aún más íntima entre el templo y el asentamiento localizado en la costa sur de la isleta –escribe–.

El acceso a este complejo durante la etapa romana debió realizarse por vía marítima, acaso desde algún embarcadero ubicado en la cercana costa continental”. También destaca que esta villa “pudo seguir ocupada hasta al menos la segunda mitad del siglo V o inicios del VI d.C.”.

Sáez Romero dibuja así lo que llama el “patio trasero” –que equivale prácticamente el actual Parque Natura de la Bahía de Cádiz que cruza el caño de Sancti Petri– del santuario principal de Gades, fundado por los fenicios de Tiro como santuario dedicado a Melkart, al menos en el siglo IX a C. Y ahí está por supuesto el río Iro y el cerro del Castillo, que dio origen a la actual Chiclana, como espacio vinculado íntimamente al templo de Melkart. Los restos del siglo IV y V a C. lo atestiguan. Y aún, como describe la arqueóloga Paloma Bueno, con sorpresas, como describe la arqueóloga: con esos muros de edifico monumental tal vez vinculados a un pequeño santuario o templo existente en la propia urbe. De lo que estoy convencido es que la Chiclana de origen fenicio volverá a ser noticia en 2022, como lo ha sido en este año finiquitado por la ruta sembrada de los Reshef-Melkart de Antonio Mota; de los que, por cierto, el escultor ha hecho una versión de altar, de apenas 30 centímetros, fantástica y ya a la venta.

Y lo será, precisamente, con el Espacio Arqueológico Nueva Gadeira, el Centro de Interpretación del Yacimiento del Cerro de Castillo que está creciendo frente al colegio El Castillo, gracias al ímpetu de Juan Antonio de la Mata y la Oficina de Proyectos Urbanísticos del Ayuntamiento de Chiclana, y por supuesto de la voluntad del alcalde, José María Román, de convertir a Chiclana en referente de la historia, de la colonización, del origen fenicio de la Bahía de Cádiz. No será la única actuación en este sentido, pero sí la protagonista de 2022.

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