La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Contra el gratis total

La gratuidad total es injusta; los ricos acceden a la cultura sin pagar un solo euro y los pobres la pagan vía impuestos

La Consejería de Cultura calcula que recaudará unos siete millones de euros por cobrar el acceso a los museos, monumentos y enclaves arqueológicos de Andalucía. ¿Qué problemas hay para implantar estos cobros gracias a los cuales se ejecutarán obras de conservación en los propios bienes culturales y mejoras en la calidad de las visitas, sufridoras de presupuestos innegablemente escasos? Yo veo sólo uno: que siempre han sido gratuitos, pese a que la ley autoriza que se pague por disfrutarlos.

Pero se pagará poco. Tres euros es el precio que maneja la consejera Patricia del Pozo. Ese dinero es lo que te cobran por una cerveza y una tapa en muchos bares. Por otra parte, como pasa en prácticamente todos los bienes culturales públicos, habrá descuentos y gratuidades para numerosos colectivos (parados, estudiantes, jubilados...). En realidad lo único que se opone con fuerza y contumacia a esta práctica es la cultura del gratis total, tan arraigada en nuestra sociedad.

Y tan demagógica. La política de gratuidad tiene buena prensa como más justa y progresista, pero en general no lo es. Más bien al contrario: provoca que los pudientes puedan acceder a la cultura sin gastarse un solo euro y que los pobres tengan que pagar su parte a través de los impuestos porque el dinero público, contra lo que afirma Carmen Calvo, es de todos, y todos hemos de contribuir y contribuimos a conservar los museos. ¿No es un poco más justo que paguen tres euros los que visiten un museo, excepto los más desfavorecidos -estarán exentos-, que lo abonen todos los ciudadanos, los que lo visitan y los que no? También pasa con las autopistas y sus dichosos peajes. La liberación de los peajes parece estupenda, pero después de cada rescate una autopista necesita ser conservada y no estoy yo seguro de que esos costes deban ser sufragados por todos los ciudadanos a través de los impuestos y no en exclusiva por sus usuarios ¿Acaso es aceptable que los estudios del hijo de un banquero se los financiemos entre todos a causa de la semigratuidad de la enseñanza? A eso lleva la política del gratis total.

No conozco a la portavoz de Adelante en la Comisión de Cultura del Parlamento, Ana Naranjo, pero ha patinado mucho en esto de los museos. Sigue un guión puramente dogmático: con el fin de la gratuidad, dice, la Junta da un paso más hacia la privatización de servicios y derechos. Esto es confundir el tocino con la velocidad.

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