José Tomás puso ayer patas arriba la plaza de Las Ventas. Su regreso al ruedo madrileño, después de seis años, vino envuelto en la mayor expectación que una corrida de toros ha vivido en los últimos años. Su actuación no defraudó al público. El diestro de Galapagar cortó dos orejas a su primer toro, y otras dos al segundo, un hito histórico en una plaza tan difícil como la de Madrid. La puerta grande del coso se abrió para él y para disfrute de los aficionados, algunos de los cuales pagaron miles de euros por una entrada en la reventa. El torero provocó un entusiasmo no comparable con figura alguna de los últimos tiempos y un eco informativo digno de las grandes ocasiones.