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Desde el fondo de la pista

Lo de Djokovic no será muy bueno para el tenis de élite, pero el debate es necesario para todos

Parte del infinito encanto de las navidades es no tener que ocuparse de la actualidad. Nos entretiene la eternidad, nos ampara la tradición, nos recoge la familia. Pero todo se termina.

No nos engañe el preclaro apellido de Rafa Nadal, que aún remite a las fiestas. Su inesperado protagonismo mediático ya tiene todos los mimbres del tiempo ordinario: el Covid, la vacuna y su obligatoriedad. Novak Djokovic, que no ha querido vacunarse, ha sido detenido en Australia cuando llegaba para jugar el Open. Nadal ha dicho que respeta su opción, pero que «las normas son las normas» y que, si no las cumple, es lógico que le deporten. Esto ha entusiasmado a los partidarios de la vacunación obligatoria e irritado a los contrarios a esa imposición legal.

Tiene un punto de justicia poética que estas posiciones se tomen en el mundo del tenis, donde los espectadores giran la cabecita con una inquietante sincronización de autómatas. La realidad es mucho más compleja que un peloteo desde el fondo de la pista, que es lo que parece últimamente. Pon, pon, pon… Por ejemplo, se podría no estar de acuerdo con Djokovic en su rechazo de las vacunas, pero alabar su coraje civil. Y para que veamos lo enrevesado que es todo, también al revés: compartir su recelo de las vacunas, pero considerar que hubiese sido mejor no acudir a Australia si no tenía todas las garantías (aunque algunas le habían dado) de que se respetaría su objeción de conciencia. Se puede admirar inconmensurablemente a Rafa Nadal, y considerar que la expresión "las normas son las normas" es desafortunada. Incurre en un positivismo jurídico que, en la historia, ha amparado horrores. Aunque su intención no era hacer teoría del Derecho, desde luego. Etc.

Ya se ve que no vengo a dar ningún mate de volea que resuelva el punto de partido. Ni podría. Sólo propongo que escapemos a la mecánica del maniqueísmo. Defendamos los matices. Y, sobre todo, la libertad de exponerlos sin que se te eche encima como mínimo la mitad de la población mundial (o la otra) con improperios y desdenes, empujándote al otro fondo. Ni empujar nosotros a nadie. Una práctica del tenis que sí deberíamos imitar es la de aplaudir los tiros ganadores del rival. Y ahora, mi dejada, para que no se diga que no juego: Djokovic ha avivado el debate sobre los límites de la imposición gubernamental de la vacuna poniendo una bola en toda la línea; y ese golpe ahí se queda.

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