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Las décimas

Los resultados de esta noche serán fáciles para la aritmética, complejos para lo demás

No hemos empezado a votar y yo ya tengo ansiedad por el recuento electoral. Que haya venido a coincidir con el período de evaluaciones del instituto me ha traído a la memoria la ansiedad de antaño por saber las notas y la de hogaño por tener que ponerlas. Ambas sensaciones tienen su paralelo con lo que ocurrirá esta noche.

Las ganas de saber la nota era una consecuencia de cierta vaguedad en el pronóstico y, sobre todo, de que la esperanza es lo último que se pierde. En la universidad nos amontonábamos alrededor de los tablones, empujándonos unos a otros, y con grititos, ora agudos (aprobados), ora graves (suspensos). Daba envidia mi amigo Juan Pablo Ruiz-Tagle y Martínez del Cerro que, gracias a la longitud de su nombre, se salía de la lista y se localizaba enseguida en aquellos listados alargados y apretados. En el recuento de esta noche tendremos que esperar pacientemente los resultados porque van a ir muy justos hasta el final.

Lo que me devuelve de golpe a la memoria a corto plazo. Ahora cuesta mucho suspender a un alumno que saca una nota por debajo del cinco, pero más o menos cercana. ¿Cómo no aprobar a un alumno con un 4,9? Pero si lo haces, los 4,8 se aparecen aullantes ante tu conciencia. Y así sucesivamente. Siempre hay un suspenso al otro lado de la leve línea roja. Con la mayoría absoluta de Andalucía va a pasar algo parecido; y tanto que se ha creado un concepto de matemática creativa: "la mayoría suficiente", que es una hipotética mayoría que no es la absoluta, pero que exige, campanuda, ser tratada como tal, como el alumno que pide que se le apruebe con un 4,5, ea, venga, vamos, por qué no.

En el caso del parlamento andaluz han trazado la línea de lo suficiente en los 50 diputados. Lo que a Jorge Luis Borges le recordaría otra cosa. Cuando murió su madre, doña Leonor estaba a punto de cumplir el siglo, y un amable caballero que se acercó al velatorio comentó que era una lástima que no hubiese alcanzado a cumplir los cien años por los pelos. El escritor le replicó: «Me temo que se deja llevar usted del prestigio del sistema métrico decimal". Yo también creo que es una superstición métrico-decimal, hablar de 50 cuando la mayoría (que es la suma que hay que lograr) está en 55. La aritmética nos da el único número que no es un juego de manos. Con eso claro, asistamos a la noche electoral dispuestos a hacer las cuentas bien. Va a ser fácil y apasionante.

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