Cuarto de muestras

Cuarto de muestras

19 de mayo 2025 - 03:04

Como bien sabéis, esta columna desde la que os escribo se llama ‘Cuarto de muestras’ tomando el nombre de las bodegas del marco del jerez. Uno de sus espacios en el que atesoran un muestrario casi espiritual, una suerte de escogida biblioteca líquida, en cuyas botellas se registraban todos los saberes y sabores de la casa junto a los gustos de sus mejores clientes. Un lugar donde se guardan los históricos secretos de los que saben crear y disfrutar el vino para después acercarlo a los demás y que sirva de alimento del alma. Las bodegas del jerez no tienen más laboratorio que la penumbra sabiamente administrada, el paso del tiempo y las sabias manos que han sabido cuidar del vino durante siglos. Por eso el jerez no se fabrica, nace. Cuántos más años pasan, más sabio y elegante se vuelve. No sigo que me embalo. Y es que, la vida, también es un cuarto de muestras de vivencias y emociones que hemos de saber atesorar y compartir.

Este nombre de ‘Cuarto de muestras’ que tanto dice y alberga, que para mí tanto significa, ha sido tomado por un grupo de quince amigos, del que formo parte, como título de su recién publicado libro editado por Nido de Ratones y prologado por el Marqués de Tamarón. No ha podido hacerme más feliz compartir con ellos el nombre de mi columna. De este modo crece y cobra más sentido que nunca porque, si hay algo que caracteriza al cuarto de muestras de las bodegas, es la infinita variedad de una raíz común: el amor por el vino de Jerez.

En este libro se recogen pequeños relatos en los que el gran protagonista es el vino: como telón de fondo, como generador de recuerdos infantiles, como evocador de amores ya lejanos, como canto a la naturaleza, como homenaje a sabios oficios perdidos, como alabanza a aficiones como la caza, como inspirador literario, como acompañante de la vida misma y sus misterios. No hay nada técnico ni manidos maridajes ni retrogustos ni percepciones organolépticas. Es un rendido culto a la cultura cultivada del Jerez.

Tamarón en su melancólico prólogo se pregunta cuánto ha cambiado Jerez. Igual que El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda: Mucho en casi todo, nada en muy pocas cosas. Ahora Jerez aspira a ganar la Capital Europea de la Cultura y muchos quieren basar la candidatura en el patrimonio cultural gitano, pero el verdadero patrimonio de Jerez es su vino. En nuestra imperturbable decadencia, tiene el jerez un inmovilismo gatopardesco. Por más que se achabacane el mundo siempre podremos tomar una copa y sentirnos, si no más sabios, mejores, aunque sólo sea por un instante.

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