Yo te digo mi verdad

Lo del colegio mayor

He observado en la calle ciertas formas de llamarse entre jóvenes que no difieren mucho de los gritos del colegio madrileño

Perdonen ustedes, pero lo del colegio mayor Elías Ahúja no es una vuelta al pasado. No al menos al pasado de machismo que yo conocí, tan rechazable por muchísimas y evidentes razones. Tal vez sí sea una vuelta a aquella lejana era en la que el hombre estaba perdiendo el último eslabón con el mono, aquella seguramente en la que el macho que más fuerte gritaba y se golpeaba el pecho obtenía el apareamiento con la hembra, esta última quizá mitad fascinada mitad atemorizada, vaya usted a saber.

Pero desde entonces, desde aquella lejana época en la que ni se le podía ocurrir a ningún homínido pintar las paredes de una caverna, se empezaron a inventar miles de formas de seducir o convencer a esa otra mitad del género, ese sexo que se ganó el nombre de mujer, ninguna de las cuales, al menos las que yo viví y supe, consistía en llamarlas "putas ninfómanas". Tampoco esperaría que ninguna de ellas riera o disculpara la supuesta gracia de este apelativo, salvedad hecha de aquellos momentos en los que se ha sobrepasado la primera y juguetona fase y se está ya en el pastel del cumplimiento del deseo compartido, que ahí ya todo vale. Así que no estaríamos de nuevo en la Antigüedad, sino tal vez en Atapuerca.

En estos días he leído y oído centenares de reacciones de educadores, políticos, psicólogos y cualquiera que pasara por ahí, todas (bueno, casi todas, vaya usted a saber qué tiene en la cabeza Ayuso) condenatorias de estas manifestaciones hormonales desaforadas, y todas hechas por personas, digamos, de una cierta edad. Pero, con excepción de los chicos y chicas de uno y otro colegio implicados en el escándalo, me quedo sin saber qué opinan los jóvenes, qué grado de gravedad, o no, le atribuyen a estos gritos de manada, qué están comentando entre ellos si es que lo hacen, o si consideran esta polémica una cosa de viejos fácilmente escandalizables. O sea, hasta qué punto tienen asimilados estos comportamientos de unos y otras como 'normales'.

Personalmente, he podido observar en la calle ciertas formas de llamarse entre jóvenes de uno y otro sexo que no difieren mucho, e incluso superan, los gritos que se profirieron desde las ventanas del colegio madrileño. Teniendo en cuenta la reacción disculpatoria y cómplice de las alumnas residentes en el Santa Mónica ¿será este un nuevo código de comunicación aceptado entre los dos sexos, y que es tremendamente peligroso según creo yo, que soy un viejo?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios