¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

El campo de batalla andaluz

Pese a que Susana Díaz prometió unas elecciones con "acento andaluz", ya se ha empezado a hablar finolis

Ya tenemos una de las ideas-fuerza de la propaganda del PSOE para los próximos comicios del 2-D: "A PP y Ciudadanos sólo les interesa Andalucía como campo donde librar su particular batalla por la hegemonía de la derecha española". Como buen eslogan, tiene algo de verdad y algo de mentira. Es una obviedad que tanto Casado como Rivera van a usar todos los escenarios electorales que se otean en el horizonte (autonómicas, municipales y europeas) para afianzar una futura victoria -aunque sea sólo en la liguilla particular de la derecha- en las Generales de 2020. Sin embargo, también es cierto que esa actitud no es exclusiva de la diestra y que el PSOE, de igual forma, concibe a nuestra comunidad como un escenario de operaciones imprescindible para renovar en las urnas lo que se consiguió con la moción Frankenstein. De ahí el matrimonio de conveniencia que se ha forjado entre Díaz y Sánchez y el consiguiente apoyo artillero que el Gobierno central le está prestando a sus compañeros andaluces. Por lo pronto, ya ha anunciado un premio extra de 1.000 millones de euros para Andalucía, que se concretarán en el mayor acto electoral que montará el PSOE en la campaña: el consejo de ministros que se celebrará en Sevilla el 26 de octubre. Eso sí, como bien se revelaba ayer en este periódico, el Gobierno socialista sigue marginando a nuestra comunidad en la construcción del corredor mediterráneo, esa gran autopista ferroviaria que será fundamental en la conexión de los puertos del Mare Nostrum con los ricos mercados europeos. ¿Adivina usted quiénes son los beneficiados? ¡Bingo!: catalanes y levantinos.

Aunque Susana ha recalcado en más de una ocasión que quería unas elecciones con "acento andaluz" -unificando incomprensiblemente la fonética sureña y obviando nuestros múltiples soniquetes-, ya todos han empezado a hablar finolis y a trasladar a nuestro paisaje (a Sierra Morena, a la depresión del Guadalquivir y a las cordilleras béticas) la batalla por el palacio de La Moncloa. Tampoco es nada nuevo. Claro que en la campaña se hablará de Andalucía: del retroceso de la convergencia, del paro, de los ERE, de Canal Sur… Pero no serán más que maniobras previas a un gran enfrentamiento cuya fecha aún no está marcada en el calendario. Llegan las elecciones autonómicas en unos momentos de especial nerviosismo político y esto, lógicamente, va a endurecer los discursos y a multiplicar las artimañas. El campo de batalla andaluz va a ser especialmente sangriento.

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