Yo te digo mi verdad

A la altura de las alpargatas

La gravedad de una situación infernal, creo, requiere de un apoyo unánime inicial, puesto que se trata de salvar vidas

Vivimos en un país peculiar pero en el que la Historia nos concede a cada paso comprobar la altura de nuestros políticos. Sólo hace falta estar un poco atentos y no dejarse llevar por los partidismos por un momento. Afganistán y nuestra huida, como Occidente y lo que eso representa, de aquel territorio es un claro ejemplo. Los expertos (sí, hombre, algunos hay) se muestran de acuerdo al menos en una cosa: la crisis actual es uno de los terremotos geopolíticos más importantes de las últimas décadas, y tiene y tendrá consecuencias gravísimas para todo el planeta, aunque sólo sea por los movimientos de masas humanas que provocará.

Tal como yo lo veo, el Gobierno español está intentando, y en algunos casos consiguiendo, lidiar el tremendo problema, con el gran trabajo de unas eficaces Fuerzas Armadas y de acuerdo con las posibilidades que tenemos como Estado en el concierto internacional. Ha ofrecido nuestro territorio y nuestros aeropuertos y obtenido el reconocimiento por ello de la Unión Europea y de Estados Unidos, es decir de nuestro mundo. Está evacuando al personal de la embajada y a sus colaboradores en medio de una situación de caos inimaginable para las afortunadamente cómodas mentalidades europeas de todos los que opinamos desde nuestro despacho con aire acondicionado y con las imágenes de nuestro gran televisor extraplano como única fuente.

Y en medio de esta gran tragedia y de lo que supongo un gran ajetreo dramático en los ministerios implicados, alguna oposición limitó su reacción a indignarse porque el presidente seguía en su lugar de vacaciones, pero no se oyó ninguna idea, propuesta o alternativa, mucho menos la solidaridad ahora imprescindible con el Ejecutivo. Podemos señalar, si se quiere, que no hubiera sobrado un gesto público de Pedro Sánchez al país, como hicieron otros gobernantes. Pero el líder del PP, no sabemos si de vacaciones también y sin aparecer en directo, lanzó cada día a uno de sus portavoces diferentes a repetir esta supuesta crítica, sólo atemperada pocas horas después de que Europa y América mostraran un rotundo apoyo a la actuación española.

La gravedad de una situación infernal, creo, requiere de un apoyo unánime inicial, puesto que se trata de salvar vidas humanas y de aliviar otras. Y siempre habrá tiempo después para análisis y críticas de más altura que las dirigidas al calzado que usaba el presidente mientras hablaba con sus ministros.

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