Visto desde Madrid

Aquí hay un Pedro Sánchez subido al discurso de que los tiempos no deben admitir discordias internas

Llega una mirada madrileña a casi todo lo que ocurre. En la capital del Reino todo es cautela, intriga y alarma, es una cepa social ociosa que sobreabunda en los medios de comunicación y en lo que se ha dicho siempre "los cenáculos". Madrileños, naturalmente. Ahora están en lo que Europa puede hacer o no hacer para, con motivo del río de millones de euros que van a enviarnos para ayudarnos a solucionar los desastres del Covid-19, intervenir en el pacto de partidos que sostienen al gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Más los nacionalistas, los independentistas y Bildu. Oigo decir, incluso, que la canciller Angela Merkel está a los mandos de la operación que persigue un gobierno con Ciudadanos y el PP, presidido por Pedro Sánchez. ¿Se confunde la realidad con el deseo? Suele ocurrir y el calorón que está llegando a la meseta debe favorecer el delirio. Pues sí, la canciller alemana está al frente de la conspiración, según Madrid, en la que Macron y Holanda, más sus países bajo influencia estarían en esa estrategia, la secundarían. Con la ayuda interior de grandes personalidades como Felipe González y una parte del PSOE, sumergida actualmente, "durmiente". Aquí hay un Pedro Sánchez subido al discurso de que los tiempos no deben admitir discordias internas porque la crisis es una brutalidad y, junto a Portugal e Italia, abogan por la llegada rápida del dinero y sin condiciones imposibles o demasiado onerosas. Entremedias, por supuesto, las descalificaciones de trilero y demás desbarates para el presidente y sus aliados, y sobre todo de las exigencias, los pactos que se firmaron para lograr el parto de los montes que fue el gobierno que hay.

Es el discursos de las tertulias, con los antagonismos normales, digo los que diciéndolo lo afirman, los que lo niegan y los que hacen el discurso de lo posible y de lo que tienen en la cabeza Pedro Sánchez, como la audacia de convencer a sus socios de la investidura para que se le abra la puerta a Inés Arrimadas, lo que no aumenta considerablemente la suma de diputados pero abre un foso en "las derechas", dejando al PP y a Vox en los extremos. Pero ya decía, es el calorón en las terrazas de Madrid, y sobre todo la pesada digestión del cocido en estos días, saliendo del Estado de Alarma y llegando al Estado de Acojono. Lo único presumiblemente verdadero es que algo se mueve en Bruselas, París, Berlín, La Haya y alguna capital que otra, es una tenida con España como fondo y sus necesidades improrrogables, hablamos de lo que hablamos, no de este bisbiseo madrileño.

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