Yo te digo mi verdad

Visión de un optimista

Este país lleva sufriendo casi doce meses un gobierno tildado de catastrófico y aún España no se ha roto

Comencemos el nuevo año con optimimo, hombre. Por ejemplo, este país lleva sufriendo casi doce meses un gobierno tildado de catastrófico y aún España no se ha roto, lo que demostraría la fortaleza de unos lazos que de uno y otro bando se empeñan en tildar de débiles. Podríamos decir incluso que está más lejos de romperse que hace dos o tres. Tenemos a los independentistas (y no por primera vez en la historia democrática) apoyando al Gobierno central y suponemos que centralista. Están los nacionalistas y los 'herederos de ETA' participando en la elaboración y aprobación de los presupuestos generales del Estado español. Es verdad que para que el panorama fuese perfecto falta el apoyo de los 'herederos del franquismo' amén del de un grupo tan desorientado que al no hallarse a gusto dentro del rojo ni del azul eligió el naranja, un color que ni siquiera en los semáforos tiene claro la gente qué significa.

Otro dato para el optimismo voluntarioso: un sinfín de partidos, que cubren prácticamente todo el arco ideológico y que por lo mismo se ha ganado el apelativo de 'Frankenstein', ha encontrado suficientes puntos de coincidencia como para ponerse de acuerdo en garantizar una estabilidad de gobierno hasta el final de la legislatura, y evitar así la repetición de elecciones que nos había azotado en el último lustro. No habría mejor ejemplo para representar el ideal, proclamado por tantos, de la 'gran coalición', ese futuro soñado como remedio a los males históricos que desembocan siempre en la división del país.

Aprovecharé para decir que el año nuevo ha traído un regalo de Reyes anticipado e inesperado para muchos: la marcha de Salvador Illa. Si, como se difundía a los cuatro vientos, no había nada peor que un ministro filósofo para gestionar la Sanidad (como si para ser ministra de Defensa hubiera que ser coronel), el o la que venga lo hará mejor, y habría que suponer que la terrible pandemia será por fin sobrellevada de mejor manera.

La hostelería y el comercio, una vez salvada mínimamente la Navidad aun a costa de un creciente número de afectados por el covid, debería encarar su futuro con mejor cara.

Y, por fin, un dato cierto: la vacunación contra el coronavirus está en marcha, y la lógica debe llevarnos a pensar en una inmunización colectiva para cuando lleguen las buenas temperaturas, el color nos vuelva a salir y, quién sabe, exponer de nuevo nuestra sonrisa sin máscara al sol vivificador. Ánimo.

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