La esquina

josé / aguilar

¡Vaya tela con el oasis!

LO que empezó siendo un presunto episodio de escucha ilegal a dos personas concretas, una política y otra ex novia de un hijo de Jordi Pujol, va camino de convertirse en un formidable escándalo: una red de espionaje por todo lo alto que ha conseguido horas y horas de grabaciones a dirigentes políticos y directivos empresariales de Cataluña en un restaurante y otro local frecuentado por personajes del establishment catalán. El propio ministro del Interior confirmó ayer la veracidad de estas informaciones.

Lo cual lleva a cuestionar la pretensión de excepcionalidad formulada reiteradamente por los líderes de la Cataluña con afanes soberanistas. Duran Lleida, por ejemplo, se refirió meses atrás a la cloaca en que había devenido, según él, la vida pública española, y mucho antes ya se había acuñado el hecho diferencial catalán en el ámbito de la moralidad: España era una ciénaga maloliente, pero Cataluña se mantenía como un oasis.

¡Joder con el oasis! La corrupción que atraviesa la política española, en plena vorágine de degeneración deslegitimadora, no deja rincón de la geografía nacional sin su parte alícuota. Y Cataluña no se ha quedado precisamente rezagada. En pocos meses hemos conocido irregularidades, ilegalidades y prácticas delictivas que recorren todo el arco político catalán y se ajustan a las figuras más tópicas de la deshonestidad con lo público, del tráfico de influencias a la malversación y del cohecho a la prevaricación y el blanqueo de capitales.

Sin ánimo de ser exhaustivos, piensen en la condena firme a la cogobernante Uniò Democrática por financiación ilegal, el expolio del Palau de la Música, el proceso por las adjudicaciones de las ITV, el enriquecimiento de la familia Pujol en pleno, la imputación del alcalde de Sabadell por supuestas corruptelas urbanísticas, la dimisión de otro alcalde que recibió regalos de la mafia rusa, el caso Pretoria de urbanismo a golpe de mordidas... y ahora el descubrimiento de una trama de espionaje político, que afecta al derecho a la intimidad y a la libertad de las comunicaciones. Estamos hablando del meollo de la democracia.

En fin, que no hay oasis. Que la podredumbre que se respira en España no conoce límites, ni políticos ni territoriales. Que hasta la España que se siente menos española almacena basura sin recoger cuyo mal olor la está sacando al fresco. El excremento como fenómeno transversal. Nadie puede presumir de tener su casa limpia.

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