ESTOY empachado de programas de cocina. Que si Masterchef, que si Top-Chef, El Chef del Mar, Cocinados... sólo me falta que mi móvil cambie unilateralmente su melodía de U2 por aquel inefable siempre que vuelves a casa me pillas en la cocina... Y lo peor no es comprobar la destreza de algunos concursantes, que son capaces de dejar boquiabiertos a Adriá, Roca, Aduriz, Subijana o Arzak, sino el hambre que se pasa mientras que te deconstruyen en tus narices un bocata de calamares de toda la vida y lo adornan con esferificaciones de mayonesa mientras tú te estás comiendo un yoghurt blanco a palo seco. Es el boom culinario. Los blogueros van a los restaurantes a comer con un bic azul, una libreta y cara de sibaritas. Y todos son íntimos de Ángel León y han comido en El Bulli y el Celler de Can Roca. Qué jartura. Pero si yo lo que quiero de verdad es tomarme una tapa de ensaladilla de Las Palomas con picos tranquilo.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios