Suma de crisis

La gravedad del coronavirus también tendrá efectos económicos que hay que saber tratar

Quizá por escritor incorregible, tengo alergia a las repeticiones machaconas de tópicos y eslóganes. Me está pasando con el lema: "De esta vamos a salir". No digo que no vayamos a salir, no, pero no soy capaz de quedarme en eso y mi subconsciente, cenizo, añade y advierte: "Vamos a salir… más pobres". Llevamos dos o tres días de cuarentena y qué preocupación por los pequeños negocios que no aguantarán el cierre temporal, por los empleos suspendidos, por las grandes empresas que sufrirán un varapalo en sus planes de producción…

La gravedad de la crisis que viene es tal que Boris Johnson, en Gran Bretaña, ha puesto la prioridad en la economía. Considera todavía más letal el parón económico que el coronavirus, y prefiere, por tanto, no tomar medidas de confinamiento extremas que paralicen de golpe la actividad del país, confiando en el sistema inmunológico de sus ciudadanos y en la teoría de la inmunidad de grupo. Se equivoca, en mi opinión, porque el orden de los factores no alterará la suma de crisis. Esto es, que, en efecto, nuestras medidas para paliar la epidemia dañarán la economía y no serán todo lo eficaces que deseamos (consiguiendo así la ansiada inmunidad); pero que, en el caso inglés, el virus desbocado terminará paralizando también la economía y habiendo producido, mientras tanto, un gran número de infecciones y, por tanto, de muertes. Con el desdoro moral de haber puesto por delante la razón económica a la sanitaria. El orden de prioridades y principios sí altera sus sumas.

Pedro Sánchez, que ha hecho tantas cosas mal y tarde y no ha hecho tantas otras (lo que ha sido peor), ha puesto por delante las soluciones médicas, al menos. Ahora se preocupa por las medidas paliativas económicas, como es su deber. Sin embargo, no sé si la inyección de dinero público prometida, que disparará el déficit, es la mejor receta. No ha explicado de dónde va a sacar los 200 mil millones de euros, que es el 20% del PIB, y ni eso le da para amparar a los autónomos. Le deseamos, por la cuenta que nos trae, más acierto que el que ha tenido hasta ahora, aunque no lo espero. Preferiría que aquí sí confiase más en el sistema inmunitario de la economía y nos bajase impuestos a todos, en vez de disparar el gasto controlado por su persona y el Estado. Pero, más acá de criterios económicos, me escama, de nuevo, esa repetición machacona de un nuevo mantra: "Resistiremos". ¿Seguro?

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