Solteros y casados

La mayoría hemos copiado nuestro lema conyugal del de la casa Beaufort: "Mutare vel timere sperno"

La portavoz del PP, Cuca Gamarra, ha declarado que está soltera porque una mujer con poder da mucho miedo. Eso ha provocado risitas que no comparto, aunque entiendo. Quiero decir, que comprendo a los que se ríen del motivo de la soltería aducido por Gamarra. Porque a mí, como supongo que a ellos, una mujer con poder no nos mete ningún miedo. Mi mujer, de puertas para adentro, tiene un mando en plaza que ríete tú de una portavocía política en el Parlamento, ja, ja, ja. La mayoría de los casados hemos copiado nuestro lema conyugal del de la casa Beaufort: "Mutare vel timere sperno", que quiere decir: "Desprecio cambiar o tener miedo".

Pero lo valiente no quita lo cortés, y hay que reconocer que es lógico que Cuca Gamarra se pregunte cómo es posible que ella no haya encontrado marido, pues sin duda es valiosa, interesante, amable (en los dos sentidos del adjetivo) y muy mona. Si no acierta con la respuesta o la explicación, no me extraña. Yo tampoco. Me pasa igual ante la mayoría de amigos, conocidos y saludados que están solteros; si no es porque ellos o ellas así lo quieren, que también hay casos, y muy admirables.

Quizá el poder le haya dado a Gamarra la seguridad para confesar sus inseguridades, y esa debilidad se agradece. Porque me permite aconsejar -a ella y a todos los solteros involuntarios- que no rebusquen explicaciones sofisticadas a por qué no se han casado. En realidad, lo raro es lo contrario, como han advertido los poetas más finos. El amor es una gracia, no un mérito; ni una culpa, si no se tiene. Que entre los miles de millones de personas en el mundo haya habido una que ha decidido quererte y que resulte que sea la misma que tú quieres, ¡eso es el milagro! José Luis Tejada cantó su asombro: "Descubrí que me querías./ Ni lo entendí al descubrirlo/ ni lo entiendo todavía" Y G. K. Chesterton, en un luminoso poema titulado "Nocturno" se llevó las manos a la cabeza: "Las estrellas, ¡millones de ellas!, brillan/ y nadie más que Dios sabe su número./ Pero una sola, ¡ella!, fue escogida/ aun antes de nacer para mí sólo./ ¿Cómo puede encontrar alguien su amor/ y no volverse loco?"

Las preguntas nos la tendríamos que hacer cada mañana los que, tengamos poder o no, belleza o no, hemos encontrado a quien amar y nos ama. Si lo sopesamos, estaremos atónitos, mucho más agradecidos y comprenderemos mejor a las personas que no han encontrado (¿todavía?) su amor.

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