LOS indios americanos llamaron Quahog a un tipo de almeja, y precisamente a este tipo pertenece la que ha sido recientemente encontrada en el lecho marino del Atlántico Norte, cerca de Islandia. Esta almeja, Arctica islándica, tiene más de cuatrocientos años de edad, y se ha convertido en el animal más longevo jamás hallado, superando con creces a la tortuga galápago.

Es curioso pensar en que una almeja viva tanto tiempo. Estamos hablando de un animal que ya era centenario cuando Linneo sentaba las bases de la taxonomía moderna, y que sigue vivo en la actualidad. Desde luego supera en mucho la vida de algunas moscas que apenas llegan a las veinticuatro horas. Es decir, esta almeja podía haber conocido a 150.000 generaciones de estas moscas.

Los descubridores de esta almeja la han denominado Ming, porque era la dinastía gobernante en China hace cuatrocientos años. El nombre está bien, pero creo que deberían aceptar mi sugerencia de llamarla Bibi. El motivo es que se trata de un ser vivo que lleva en el planeta dos bicentenarios, por tanto es bi-bicentenaria. Pienso que alguna de las comisiones del Doce podría enviar esta propuesta a la comunidad científica.

Si se busca entre frases hechas que indiquen felicidad aparece que una persona puede "ser feliz como una lombriz". Yo no sé qué grado de felicidad tendrán las lombrices, ni si esta expresión tiene algún fundamento. Me atrevo a pensar que se basa sólo en la rima fácil. A partir de ahora se debería incluir la frase de longevidad y decir que una persona puede "ser vieja como una almeja". Esto sí que tiene fundamento científico. Espero que pronto se incorpore esta nueva y contrastada expresión al lenguaje.

Pero una vez más el saber popular se pone de manifiesto. En Cádiz existe la expresión "tener mucho cuajo", "tener un cuajo" o "estar cuajao", y resulta que el sonido de esta palabra es el mismo que el nombre Quahog del tipo de almeja. El cuajo y la longevidad, quizás no dé para una tesis doctoral, pero sí para un cuplé.