Nuestra visión del mundo está condicionada por el prisma desde el que observamos la realidad. La verdad, ese concepto que parece tan unívoco, del que tantos creen tener la posesión, es en realidad todo lo contrario. Hay tantas verdades como visiones subjetivas de lo que ocurre, tantas historias como narradores. Afortunadamente, muchas de esas verdades se unifican, son coincidentes en lo básico y se apoyan en los mismos datos, aquellos elementos objetivos que buscamos para sustentar nuestras argumentaciones y hacer que tengan más peso en esa lucha de verdades. Cuando hay dos visiones que batallan por ser la homogénea, no vale de nada gritarla más fuerte o repetirla muchas veces para alzarla victoriosa. Basta con mover un poco el prisma, intentar mirar desde donde ve el otro, comprobar su perspectiva. Suele resolverse si alguna se basa en falacias y termina cayendo así en el pozo de las falsas realidades.

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