Este es el nombre por el que entre sus íntimos, amigos y compañeros de oficio es conocido aquí, José Blas Fernandez Sanchez, al que este Diario mencionaba porque se había despedido de la Corporación municipal de Cádiz, a la que había pertenecido la friolera de 36 años (1983 a 2019) sin interrupción alguna, de lo que pocos concejales en esta democracia podrán presumir, ostentando, además una ejecutoria de trabajo difícilmente inigualable. Le debo esta despedida porque yo fui el que le pedí que se presentara a las elecciones municipales en la lista de AP, en 1983, en la que yo era a la sazón presidente provincial. Me acuerdo como si fuera hoy, que la petición se la hice -y él la aceptó- en el espacio existente entre el Gobierno Civil y la Delegación de Hacienda, a la que yo acudía porque entonces estaba en activo como abogado del Estado.

A Pepe Blas yo le había conocido en el mundo de las cofradías, porque él era segundo Mayordomo de la Cofradía de la Piedad (el primero era Muller, empleado de Campsa) y el Prioste, Ramón Domínguez Valero (inciso: ¿por qué en Cádiz ya no se usa ese título, sino el de Hermano Mayor, importado de Sevilla, de la que hay mucho que aprender, pero no hasta este extremo?) Si yo tuviera que escribir sobre la espléndida ejecutoria de Pepe Blas, en la política y en su profesión, como graduado social, necesitaría de un número extraordinario de este periódico. Baste decir que fue senador por AP y PP durante 3 legislaturas y que su labor en el municipio ha sido ejemplar y tesonera, sea en el gobierno municipal, cuando Teófila era alcaldesa o en difícil ejercicio de la oposición. En su profesión, muy reivindicativo, era graduado social y licenciado en Ciencias Sociales, al frente de un despacho laboralista y ha sido presidente del Consejo General. Para mí ha sido doble satisfacción, una el haber acertado, al meterle en el compromiso político y otra, comprobar su fidelidad a las siglas del partido que representó.

También quiero referirme a otros dos concejales que no repiten y se han despedido de la Corporación. Son Juan Manuel Pérez Dorao y María Fernandez- Trujillo. Sé por los periódicos que estos dos concejales han trabajado mucho y con éxito y también, supongo, que ese trabajo ha sido en perjuicio de sus ocupaciones profesionales. No sé qué explicaciones les habrá dado su partido para no contar con ellos, despidiéndoles sin una explicación, ni siquiera darles las gracias. Misterios de la política, pero que no la prestigia, ni tampoco la decisión favorece a la formación política a la que pertenecían.

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